La libertad económica juega un rol fundamental en el crecimiento empresarial, en especial en el contexto de los desafíos que enfrentan las economías para balancear intervención estatal y apertura de mercado. The Heritage Foundation, a través de su Índice de Libertad Económica, evalúa y clasifica a los países según parámetros como integridad gubernamental, efectividad judicial, carga fiscal, y libertad en inversión y comercio. En 2024, México se ubicó en el puesto 68 a nivel mundial, obteniendo una calificación de “Moderadamente Libre”. A pesar de su apertura a la inversión extranjera, el país aún enfrenta desafíos como la tasa de comercio informal y las limitaciones en sectores reservados al Estado o a nacionales.
Un ejemplo de libertad económica en su máxima expresión es Suiza, la cual ostenta uno de los sistemas financieros más estables del mundo, favorecido por una alta efectividad judicial y regulaciones transparentes. Este tipo de entorno permite a los inversionistas tomar decisiones con mayor certidumbre, beneficiando así al crecimiento empresarial y a la economía en general.
En el caso mexicano, la regulación fiscal busca promover la formalidad mediante regímenes especiales y tasas impositivas preferenciales que incentivan a empresas extranjeras y nacionales a registrarse y cumplir con sus obligaciones fiscales. Esto no solo facilita la recaudación sino que también impulsa la inversión y el crecimiento.
Además, la desregulación y simplificación administrativa juegan un papel crucial para las empresas, promoviendo competitividad y creación de empleos. Sin embargo, México aún presenta barreras de entrada significativas que pueden ser manejadas por grandes transnacionales, pero que representan un desafío para las pequeñas y medianas empresas, limitando su competitividad y participación en el mercado.
Las políticas de formalización y apertura de mercado ya están incluidas en los planes de desarrollo del gobierno, pero hay margen de mejora, especialmente en temas de efectividad judicial y protección de derechos de propiedad. La creación de un entorno libre y competitivo no solo fortalecerá a las empresas, sino que también generará más empleos y precios más accesibles para los consumidores.