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Estimado lector, este 20 de enero de 2025, Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, las implicaciones en el ámbito tecnológico para México han comenzado a generar diversas reflexiones y análisis. La relación bilateral en el área tecnológica está marcada por factores como el comercio, las inversiones, la seguridad cibernética y la colaboración en innovación.
La política de «America First», característica de la administración Trump, podría implicar nuevas restricciones o revisiones a los acuerdos comerciales que pueden afectar la industria manufacturera mexicana, especialmente en la producción de componentes tecnológicos como semiconductores, dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos. Si se implementan aranceles más altos o se fomentan incentivos para trasladar fabricación a territorio estadounidense, México podría enfrentar desafíos en su competitividad.
Con el aumento de amenazas cibernéticas globales, la colaboración en ciberseguridad entre ambos países será crucial. Sin embargo, la política exterior más unilateral de Trump podría limitar el intercambio de tecnología y conocimiento, afectando la capacidad de México para modernizar sus sistemas de seguridad digital y responder a amenazas emergentes.
Es posible que se endurezcan las restricciones para la transferencia de tecnologías sensibles hacia países considerados estratégicamente críticos o de riesgo para los intereses estadounidenses. Esto podría incluir límites al acceso de empresas mexicanas a ciertas tecnologías avanzadas como inteligencia artificial, computación cuántica y herramientas de vigilancia digital.
La tensión entre Estados Unidos y China podría seguir impulsando el fenómeno del nearshoring, beneficiando indirectamente a México como un destino para la relocalización de cadenas de suministro tecnológicas. No obstante, las decisiones de Trump sobre aranceles, políticas migratorias y energéticas podrían afectar este potencial.
Las posibles modificaciones en los programas de apoyo bilateral podrían influir en el desarrollo de infraestructura digital en México, como redes 5G y sistemas de conectividad. Una relación menos cooperativa podría limitar oportunidades de financiación o acceso a tecnologías estadounidenses.
Las políticas migratorias más restrictivas podrían obstaculizar el flujo de talento mexicano hacia Estados Unidos y viceversa. Esto tendría un impacto en la formación de profesionales y en la colaboración en proyectos tecnológicos binacionales.
Trump ha mostrado una preferencia por la energía basada en combustibles fósiles, lo que podría frenar los esfuerzos conjuntos en tecnologías limpias. Para México, esto podría significar un retroceso en proyectos transfronterizos relacionados con energías renovables y electrificación.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos representa un desafío y una oportunidad para México en el ámbito tecnológico. Mientras que ciertas políticas podrían limitar la colaboración y afectar la industria tecnológica mexicana, también existen áreas como el nearshoring que podrían ser capitalizadas si se gestionan adecuadamente las relaciones bilaterales. La clave estará en cómo ambos países logren equilibrar sus intereses en un contexto global cada vez más competitivo y tecnológico. Lo cierto es que, hay que esperar la reacción de los mercados, por que eso estimado lector es lo que va a propiciar que el país siga creciendo tecnológicamente.
