En 1960, la película mexicana Macario, dirigida por Roberto Gavaldón, marcó un hito al convertirse en la primera cinta nacional nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera, dejando una huella imborrable en la historia del cine.
A mediados del siglo XX, cuando el cine mexicano enfrentaba un declive tras su Época de Oro, una obra cinematográfica logró trascender fronteras y convertirse en un éxito mundial: Macario. Estrenada en 1960 y dirigida por Roberto Gavaldón, esta cinta no solo cautivó al público, sino que también logró la primera nominación de México al Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera.
El auge del cine mexicano entre 1936 y 1956, conocido como la Época de Oro, estuvo vinculado al progreso económico e industrial del llamado «Milagro Mexicano». Durante este período, el gobierno impulsó la producción cinematográfica como un medio para proyectar una imagen positiva del país. Sin embargo, la llegada masiva de películas estadounidenses y el estancamiento creativo marcaron el inicio del declive de esta industria.
En este contexto, Macario representó una última chispa de brillantez. Basada en la novela homónima de Bruno Traven, la película cuenta la historia de un humilde campesino indígena que, tras un encuentro con la Muerte, recibe un bálsamo con el poder de prolongar vidas. La obra destaca por su narrativa, las actuaciones de Ignacio López Tarso y Pina Pellicer, y la magistral fotografía de Gabriel Figueroa, premiada en el Festival de Cannes.
La trascendencia de Macario fue confirmada con su éxito internacional, incluyendo nominaciones al Oscar y al Globo de Oro, así como reconocimientos en festivales como Cannes y San Francisco. A más de seis décadas de su estreno, esta película sigue siendo un referente del cine mexicano y un testimonio de su capacidad para conquistar al mundo.