Desde 2016, la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha trabajado en México con un modelo de integración que ha beneficiado a más de 50,000 refugiados, colaborando con más de 600 empresas en diversas regiones del país. Según Silvia Garduño, Oficial de Información Pública de Acnur, este programa no solo ayuda a las personas en movilidad a reconstruir sus vidas, sino que también representa una ventaja para las empresas al ofrecer una fuerza laboral estable y comprometida.
Garduño destacó que México se ha convertido en una nación receptora de refugiados debido al endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos. Este cambio ha hecho que el país sea la primera opción para muchas personas que huyen de la violencia e inseguridad en sus países de origen. Sin embargo, subrayó la urgencia de fortalecer el financiamiento de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), que depende en dos terceras partes de los recursos de Acnur, situación que no garantiza su sostenibilidad a largo plazo.
Por otra parte, Garduño señaló la falta de una legislación federal en materia de desplazamiento forzado interno, una problemática creciente en estados como Guerrero, Chiapas, Michoacán y Zacatecas, donde la violencia y los enfrentamientos han obligado a comunidades enteras a abandonar sus hogares. Según la representante de Acnur, estas personas enfrentan riesgos adicionales, como el reclutamiento forzado, trata de personas y violencia de género, sin contar con mecanismos de protección adecuados.
La oficial concluyó que México ha dado pasos significativos para fortalecer su sistema de asilo, convirtiéndose en un referente regional. Sin embargo, enfatizó la necesidad de mayores esfuerzos gubernamentales para garantizar soluciones integrales, como la reubicación y el acceso a programas de apoyo, que permitan a los desplazados recuperar su estabilidad y dignidad.
