Durante la Conferencia Chapultepec, organizada por el Banco de Pagos Internacionales (BIS) en México, Agustín Carstens, gerente general del BIS, señaló que la incertidumbre política y económica complicará la conducción de la política monetaria en los próximos años. Explicó que, pese a los esfuerzos para controlar la inflación tras la pandemia de Covid-19, el regreso a la estabilidad de precios está resultando más complejo de lo esperado, sobre todo debido a los cambios en el entorno geopolítico y comercial.
Carstens advirtió que la imposición de aranceles, como los recientemente anunciados por Estados Unidos sobre productos mexicanos, podría impactar negativamente el crecimiento económico y la inflación. Afirmó que las políticas comerciales inciertas generan retos adicionales para los bancos centrales, que deben mantener su credibilidad y garantizar la estabilidad financiera.
Otro de los desafíos mencionados por Carstens es la creciente deuda pública a nivel global. Señaló que, si bien la pandemia llevó a un aumento en los déficits fiscales, muchos países no han logrado reducirlos, lo que podría representar un obstáculo para la política monetaria. Asimismo, destacó la divergencia económica entre países y el lento crecimiento de la productividad en América Latina, en contraste con el desempeño de Estados Unidos.
Para afrontar estos retos, Carstens enfatizó la importancia de que los bancos centrales actúen con firmeza y mantengan su independencia. Resaltó que la cooperación internacional será clave para estabilizar los mercados financieros y mitigar los efectos de la incertidumbre. «El mundo enfrentará mayores desafíos si cada país actúa por su cuenta en lugar de buscar soluciones conjuntas», concluyó.
