Alemania se encuentra en un punto de inflexión en su política exterior. Tras las elecciones anticipadas, el nuevo gobierno deberá establecer prioridades completamente nuevas, centrándose en su propia defensa y reduciendo su dependencia de Estados Unidos. Durante décadas, Alemania se apoyó en la seguridad garantizada por Washington, pero la reciente postura estadounidense exige que Europa asuma sus propios costos de defensa.
El líder de la CDU y posible nuevo canciller, Friedrich Merz, expresó su preocupación por el cambio de postura de EE. UU., mientras que el experto en política exterior Roderich Kiesewetter advirtió sobre la necesidad de una estrategia más firme frente a la creciente influencia de China. En este contexto, Alemania se prepara para una posible participación en misiones de paz en Ucrania, en caso de que EE. UU. y Rusia acuerden un alto al fuego sin la intervención europea.
En el ámbito militar, Alemania ha destinado 100.000 millones de euros para fortalecer la Bundeswehr, pero se estima que los costos podrían duplicarse después de 2028. El debate sobre el financiamiento de este rearme está en marcha, con propuestas que incluyen más deuda o recortes en otras áreas del presupuesto.
Además, la política exterior alemana busca nuevas alianzas estratégicas. La ministra Annalena Baerbock ha insistido en la importancia de la cooperación europea y en la consolidación de acuerdos con socios como los países del Golfo y el Mercosur. A medida que Alemania redefine su rol global, su capacidad de liderazgo en Europa será clave para garantizar su seguridad y estabilidad.
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