Si alguna vez has escuchado la palabra “cónclave”, seguro te imaginas cardenales encerrados en la Capilla Sixtina votando por un nuevo Papa… ¡y estás en lo cierto! Pero más allá de la imagen solemne y del famoso humo blanco, el cónclave es un evento clave dentro de la Iglesia Católica y de gran impacto a nivel mundial.
El término «cónclave» viene del latín cum clavis, que significa “con llave”, y hace referencia al aislamiento en el que se lleva a cabo el proceso. Cuando un Papa fallece o renuncia, como ocurrió en 2013 con Benedicto XVI, se convoca a esta reunión en la que los cardenales con derecho a voto—es decir, aquellos menores de 80 años—se encierran en el Vaticano para elegir a su sucesor. Desde el siglo XIII, el cónclave se realiza en la Capilla Sixtina, bajo estrictas normas de confidencialidad para evitar influencias externas.
El método de elección es bastante riguroso: los cardenales emiten su voto de manera secreta y, para que un candidato sea elegido, necesita alcanzar al menos dos tercios de los votos. Tras cada ronda de votaciones, se quema la papeleta junto con sustancias químicas que generan el famoso humo: negro si no hubo consenso y blanco cuando finalmente se elige un nuevo Papa. Es en ese momento cuando se pronuncia el tradicional Habemus Papam, anunciando al mundo el nombre del nuevo líder de la Iglesia.
Pero más allá de la ceremonia, el cónclave es un evento de enorme relevancia política y social. El Papa no solo es el líder espiritual de más de 1,300 millones de católicos en el mundo, sino que su influencia alcanza temas globales como la paz, la justicia social y el diálogo interreligioso. Por eso, cada cónclave es seguido con atención por fieles, medios de comunicación y hasta líderes mundiales.
A lo largo de la historia, este proceso ha evolucionado. Antes, la elección de un Papa podía tardar meses e incluso años, como ocurrió en 1268, cuando el cónclave más largo de la historia duró casi tres años. Hoy, gracias a las reformas establecidas por distintos pontífices, se busca agilizar el proceso y garantizar que la Iglesia no permanezca sin un líder por mucho tiempo. Aun así, el misterio, la tradición y la expectativa siguen siendo parte esencial de este evento, que cada vez que ocurre, capta la atención del mundo entero.