OPINIÓN

El arte de detener una discusión de pareja

Es crucial distinguir entre una discusión acalorada y una situación de violencia de pareja. En esta última existe una intención constante de controlar, imponerse, intimidar o dañar al otro, lo cual jamás debe ser tolerado...

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En el desafiante baile de la vida de pareja, es natural que de vez en cuando vayamos a diferentes ritmos, los pasos se vuelvan torpes y terminemos pisándonos los callos. Las discusiones, aunque a menudo temidas, son una parte inevitable de la convivencia. Sin embargo, cuando estas escalan sin control, pueden convertirse en un ruido estruendoso que amenaza con derribar los cimientos de la relación.

En la actualidad, el estrés y la ansiedad derivados de factores socioeconómicos pueden exacerbar los conflictos en la pareja, llevando a separaciones temporales o definitivas. Muchas parejas acuden a terapia tras experimentar estas rupturas, buscando desesperadamente una forma de detener el ciclo de peleas y reconstruir el vínculo amoroso.

Es crucial distinguir entre una discusión acalorada y una situación de violencia de pareja. En esta última existe una intención constante de controlar, imponerse, intimidar o dañar al otro, lo cual jamás debe ser tolerado.

Aquí nos enfocaremos en esas relaciones donde el amor y el deseo de construir un futuro juntos son genuinos, pero las discusiones se convierten en un campo de batalla donde las palabras hieren y las emociones se desbordan, por el cansancio de hablar de los mismos temas sin llegar a soluciones, las actitudes de crítica, quejas, indiferencia o desprecio que se adoptan,   el resentimiento que genera y predispone a una siguiente pelea de igual o mayor intensidad, con riesgo de pasar la línea del respeto.

Entonces aquí hay un primer dato clave: si en la discusión tienes ganas de mandar muy lejos a tu pareja o personalmente sientes que ya no puedes ni verle en pintura, significa que efectivamente, necesitas separarte pero no literalmente, en el sentido de divorciarse, sino de tomarse un respiro para recuperar la calma.

En esos momentos de tensión, cuando las palabras se convierten en armas y el resentimiento nubla el juicio, es vital saber cuándo y cómo detener una discusión. Un respiro de tan solo 20 minutos puede obrar maravillas, permitiendo que el sistema nervioso se calme y la conversación se retome con mayor claridad y respeto. Un manejo sano del conflicto incluye pausas como una forma madura de amor, no de debilidad, porque protege la integridad y la conexión de la pareja.

¿Cómo saber cuándo es momento de hacer una pausa?

Presta atención a las señales que envía tu cuerpo: si experimentas tensión, se te sube el calor a la cabeza, te hierve el estómago, etc. Si tú o la otra persona están elevando el tono de voz, respirando agitadamente o reaccionando de forma impulsiva significa que el sistema límbico (tu cerebro emocional) está tomando el control. En ese estado la razón se desvanece y se reduce la capacidad de comunicación asertiva.

Tus emociones también son un termómetro preciso: si sientes enojo, frustración, cansancio, tu cerebro está en estado de supervivencia y no busca respuestas. En ese momento no nos sentimos escuchados, ni comprendidos y nos ponemos a la defensiva. Buscamos validar nuestra postura, pero esto no sirve para dialogar, solo agrava la situación.

Finalmente, observa tus pensamientos. Si la discusión se centra en ganar, tener la razón o herir al otro, es señal de que la conexión se ha perdido. La corteza prefrontal, responsable del autocontrol, ha sido sobrepasada por la amígdala, el centro de las emociones. Cognitivamente se percibe a la otra persona como un enemigo, y en vez de atacar al problema y buscamos atacar a la pareja.

En esos momentos críticos, detente. Respira. Haz una pausa. Retoma la conversación en otro momento, con una mente más calmada y un corazón más abierto. Recuerda, el objetivo no es ganar la discusión, sino proteger la relación y el amor que nos une.

En resumen:

Reconoce las señales: Presta atención a tu cuerpo, emociones y pensamientos. 

Haz una pausa: 20 minutos pueden hacer una gran diferencia. 

Retoma la conversación: Hazlo con calma y respeto, buscando soluciones y no culpables.

Domina el arte de detener las discusiones: transformarán los conflictos en oportunidades para fortalecer su relación y construir un amor responsable y duradero.

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