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Hoy en este espacio que dedico a la reflexión, quiero hablar de una enfermedad que están padeciendo muchas personas el día de hoy: la soledad. Es increíble pensar que, a la mitad de la segunda década del siglo XXl, con unos avances enormes en diferentes rubros del quehacer social, gracias a la tecnología, el hombre se sienta solo.
Pero ¿cómo es eso? Si podemos comunicarnos vía las computadoras o el celular a lugares remotos, si existen una cantidad enorme de cursos que se toman en grupos “presenciales” en internet entre otras opciones que tenemos. Si hasta ya desarrollaron una app en donde vía la inteligencia artificial puedes ser “acompañado” por ella en tus viajes o en todo momento que lo desees, si en la televisión, las computadoras y el celular hay una oferta de programas y series que puedes ver cuando quieras, ¿cómo puedes decir que te sientes solo? Es cierto tenemos un mundo donde todo es instantáneo, al gusto de consumidor y sin medida, pero aún así las personas se sienten solas.
En los últimos días he participado en conversaciones muy importantes acerca de lo esencial que es el contacto y la cercanía entre las personas, de cómo el aislamiento, desde el más estricto debido a la pandemia de Covid, hasta aquel que hacemos por gusto propio o por no contagiar a alguien si te encuentras enfermo, ha roto nuestras redes de socialización, nos a aislado de los otros, ya no tenemos el contacto que solíamos tener con los demás. Esta circunstancia ha causado desde tristeza, sentimientos de inadecuación hasta cuadros serios de depresión.
Tal vez hemos obviado que el ser humano es un ser social por naturaleza, pero para que esta cualidad se desarrolle a su máxima expresión, es importante tener una convivencia presencial real donde el contacto físico humano esté presente, desde una mirada, una sonrisa, un apretón de manos o un sanador y cálido abrazo. De ahí la importancia de estar en las escuelas, de pertenecer a un club deportivo o de lectura, de tomar el café con los amigos, de salir a cenar en grupo. Todas estas actividades nos ayudan a sentirnos mejor, a pertenecer a una agrupación y a desarrollar nuestra habilidad para entender cómo nos sentimos y leer como se sienten nuestros compañeros y amigos. La empatía se desarrolla con el ejercicio de ella y es una cualidad importante a tener en nuestras relaciones personales.
Ante todo, estoy convencida de que tener equilibrio en nuestras vidas es la clave para vivir en felicidad, congruencia, en paz. Es importante el saber utilizar las herramientas tecnológicas a nuestro favor para que nos faciliten nuestra vida, pero no ser ni los esclavos ni las víctimas de ella. Nosotros como seres humanos tenemos cualidades que considero que un robot no tendrá como la empatía, el sentido del humor y el criterio para la resolución de problemas; como ellos tampoco tendrán la calidez de nuestro tacto ni la conexión emocional que nos caracteriza a los humanos.
Por todo lo anterior te invito a que recuerdes que la mejor medicina no es un antidepresivo ni perderte viendo las pantallas porque no sabes qué hacer. Mejor busca a tus amigos, si no tienes hazlos. Busca entre tus contactos, compañeros de escuela o trabajo y ten momentos de convivencia con ellos. Busca también a los miembros de tu familia, fortalece tus lazos afectivos con ellos. Todas estas actividades entre muchas otras que se te ocurran son los mejores remedios y medicinas contra la soledad. Acerquémonos los unos a los otros, creemos redes de conocidos y amigos. Nosotros juntos somos lo que necesitamos para sentirnos bien, alegres y acompañados por personas que nos importan y a quienes importamos.