Las potencias tecnológicas mundiales están inmersas en una feroz contienda por dominar el campo de la inteligencia artificial. Empresas como Meta, OpenAI, Microsoft y Google están desembolsando miles de millones de dólares para formar los equipos de IA más capacitados, dispuestos incluso a atraer a cerebros de otras compañías o a pagar fortunas para recuperar a exempleados talentosos. Esta estrategia busca asegurar que su desarrollo de IA sea el más avanzado, útil y popular del mercado.
Un ejemplo notable de esta agresiva táctica es la del CEO de Meta, Mark Zuckerberg, quien ha ofrecido bonos de hasta 100 millones de dólares a empleados de OpenAI con el fin de que se unan a sus filas y ayuden a Meta a alcanzar la «superinteligencia». Aunque Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, ha afirmado que ninguno de sus empleados ha aceptado estas ofertas, reconoció que Meta ve a su empresa como su «mayor competidor». En otra jugada estratégica, Meta anunció la adquisición del 49% de la startup Scale AI por 14.300 millones de dólares, lo que incluye la incorporación de su CEO, Alexandr Wang, quien dirigirá un nuevo laboratorio de IA enfocado en la inteligencia artificial general (IAG).
La competencia por el talento no se limita a atraer nuevos fichajes; también incluye el retorno de figuras clave. Google, por ejemplo, ha pagado 2.700 millones de dólares para que Noam Shazeer, un genio de la IA que fundó su propia empresa tras dejar Google, regrese. Aunque oficialmente se presentó como una licencia de tecnología, el acuerdo aseguró el regreso de Shazeer. Asimismo, el cofundador de Google, Sergey Brin, ha vuelto a involucrarse activamente en la búsqueda de la IAG para la compañía. Otros gigantes como Microsoft también están realizando movimientos significativos, como la contratación de Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind, tras la adquisición de Inflection AI.
