La Corporación Financiera Internacional (IFC), el brazo de inversión privada del Banco Mundial, está aumentando significativamente sus inversiones en mercados emergentes, apostando por la energía renovable y la infraestructura crítica, incluso en medio de la creciente incertidumbre económica global. Este enfoque estratégico busca movilizar capital privado hacia sectores esenciales para el desarrollo sostenible, a pesar de los vientos en contra que enfrenta la economía mundial.
Pese a la desaceleración del crecimiento global y el impacto continuo de conflictos geopolíticos, la IFC ha incrementado sus compromisos financieros, demostrando confianza en el potencial a largo plazo de estos mercados. La entidad ha puesto un énfasis particular en proyectos que promueven la energía limpia y fortalecen la infraestructura digital y física, áreas consideradas cruciales para la resiliencia económica y la creación de empleo.
Esta estrategia de la IFC contrasta con la cautela que a menudo muestran los inversores privados en tiempos de incertidumbre. Su disposición a asumir riesgos mayores subraya la necesidad urgente de capital en estos sectores, especialmente en países en desarrollo que luchan por atraer financiación. Sin embargo, la efectividad de estas inversiones dependerá de la capacidad de los gobiernos locales para ofrecer un entorno regulatorio estable y atractivo, garantizando que el capital movilizado genere un impacto real y sostenible en medio de un panorama global incierto.