La industria automotriz mexicana, representada por la AMIA y la INA, pidió que la reducción de la jornada semanal a 40 horas se implemente sólo tras finalizar la revisión laboral del T‑MEC, para evitar confrontar ajustes precipitados dados los compromisos internacionales vigentes . En un foro en Guadalajara, Odracir Barquera, director de AMIA, insistió en que la reforma debe ser gradual, diferenciada por sector y acompañada de flexibilidad, incluyendo hasta 15 horas extra por semana para amortiguar picos de producción.
La INA complementó que la transición a la jornada de 40 horas debería realizarse en un periodo mínimo de cinco años, con medidas compensatorias tecnológicas y productivas para mantener la competitividad . Subrayaron que en industrias con turnos rotativos 24/7, una implementación apresurada puede desarticular las cadenas “just-in-time” y vulnerar la eficiencia en los contratos de exportación .
En respuesta, contadores públicos y sectores de servicios han advertido sobre posibles efectos adversos: pérdida de productividad, incremento de la informalidad y mayores costos operativos si la reducción se hace sin un análisis técnico riguroso . Comerciantes incluso solicitaron quedar exentos, alegando condiciones estructurales que impiden aplicar tiempos homogéneos .
Críticamente, la propuesta de un cronograma diferenciado y gradual revela un choque entre el impulso a la justicia laboral y las exigencias del comercio internacional y la cadena productiva automotriz. La clave será equilibrar derechos de los trabajadores con la estabilidad del sector, articulando reformas laborales sin sacrificar eficiencia ni violar disposiciones del T‑MEC.