Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, presentó ante el Congreso un plan de 15 medidas para combatir la corrupción, en un intento por frenar la crisis que sacude a su partido, el PSOE, y conservar el respaldo de sus aliados parlamentarios. Entre las acciones destacan la creación de una agencia independiente de integridad pública, el uso de inteligencia artificial para detectar fraudes en contrataciones públicas y nuevos controles patrimoniales a funcionarios.
La comparecencia de Sánchez se produjo tras la detención de Santos Cerdán, su ex número tres, acusado de aceptar sobornos por obras públicas, caso en el que también figura su exministro de Transportes, José Luis Ábalos. Ambos fueron figuras clave en su ascenso al poder. A esto se sumó la reciente renuncia de Francisco Salazar, colaborador cercano, tras ser acusado de conductas sexuales inapropiadas.
Sánchez admitió que llegó a considerar su dimisión, pero afirmó que continuará al frente del Ejecutivo. “No voy a tirar la toalla”, declaró, buscando proyectar firmeza ante la presión mediática y política. Sin embargo, ni sus anuncios ni su defensa lograron calmar a la oposición ni a algunos socios parlamentarios, que pusieron en duda la credibilidad del plan.
Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, arremetió contra el presidente y calificó al PSOE de «organización criminal». Exigió nuevamente elecciones anticipadas y acusó a Sánchez de ser el responsable de la crisis. “No vino a limpiar nada, sino a ensuciarlo todo. Lo mejor que puede hacer es confesar y convocar elecciones”, sentenció Feijóo en un tono contundente.