Este miércoles, el ejército israelí lanzó un ataque contra la sede principal del ejército sirio en Damasco, cumpliendo con la amenaza de intensificar su ofensiva si las tropas sirias no se retiraban de Sweida, una ciudad del sur de Siria habitada mayoritariamente por drusos. La región se ha visto envuelta en violentos enfrentamientos desde el domingo, que han dejado al menos 248 personas muertas, incluyendo 28 civiles drusos.
La violencia se desató tras el secuestro de un comerciante druso, lo que provocó una serie de represalias y combates entre grupos drusos y tribus beduinas sunitas. El gobierno sirio desplegó tropas para intentar controlar la situación, pero fue acusado por activistas y testigos de cometer abusos graves, incluyendo ejecuciones sumarias. Las fuerzas gubernamentales han sido señaladas por grupos locales y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos por el asesinato de civiles y saqueos.
Israel, que ocupa parte de los Altos del Golán, donde también reside una población drusa, ha dejado claro que no permitirá presencia militar siria cerca de sus fronteras. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, reafirmó el compromiso de su país con la comunidad drusa y prometió aplicar una política de desmilitarización en el sur sirio.
Mientras tanto, el caos continúa en Sweida, donde a pesar del anuncio de un alto el fuego, los tiroteos y bombardeos persisten. Líderes religiosos drusos han pedido ayuda internacional urgente para detener la masacre. Hikmat al Hejri, uno de los clérigos más influyentes, hizo un llamado directo a figuras mundiales como Donald Trump y Benjamin Netanyahu: “Salven a Sweida, nuestro pueblo está siendo exterminado”.