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La palabra experiencia es una que usamos todos los días en varios ámbitos de la vida y que por lo general tiene una connotación positiva para quien la posee y nos ayuda a justificar ciertos errores aludiendo la falta de ella. De acuerdo al diccionario de la RAE, la palabra experiencia se define como:
- Hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo.
- Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo.
- Conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas.
- Circunstancias o acontecimiento vivido por una persona.
En todas estas afirmaciones existe un elemento que se nos olvida fácilmente, y es el tiempo. Se necesita tiempo para adquirir experiencia, sea cual sea.
Es por ello que cuando vemos como funciona la sociedad hoy, sobre todo la occidental, en varios ámbitos, pero especialmente en el laboral veo unas contradicciones que son incomprensibles: a jóvenes de 18 o 20 años pidiéndoles 5 años de experiencia mínima lo cual es imposible e ilegal y por otro lado a los ejecutivos mayores de 50 0 55 años los despiden dándoles pretextos increíbles como que cambian sus puestos o que ya no son tan jóvenes, ( cuando en realidad los despiden porque el pagarles lo que dice la ley por jubilación, después de haber trabajado con ellos por más de 20 años es una cantidad enorme que la empresa no quiere desembolsar). He de decir que esto no pasa en todos lados, pero que es algo que se ve que se está generalizando.
A mí me causa preocupación. ¿Cómo una sociedad que desea aprender, avanzar y evolucionar saca de la jugada a las personas con experiencia? ¿Cómo pueden ser tan ciegos, soberbios y hasta tontos de deshacerse de las personas que debido a su edad, experiencia y vivencias nos pueden enseñar a evitar errores o a corregirlos rápidamente o darnos puntos de vista diversos basado en algo pasado, que nosotros no vivimos? Es la historia que se expresa a través de ellos.
Por otro lado, he vivido en carne propia como la exigencia de tener experiencia en el ramo (tengo 38 años como académica), no es valorada a nivel económico, ya que la remuneración resulta en muchos casos un insulto a todo nuestro saber, nuestra trayectoria y nuestra experiencia laboral.
¿Qué pasa? Nos regimos por ideas limitantes que nos deshumanizan. ¿quien nos dicta que hacer? ¿Las estadísticas y datos generados por computadoras? Estamos tan preocupados por si la Inteligencia Artificial nos quitará el trabajo, cuando nosotros mismos lo hacemos porque ya no perteneces a la edad que dicen que es la mejor para laborar, porque ya no cumples los estándares impuestos. Esto es la cultura del descarte de la cual tanto hablaba y nos advertía el Papa Francisco.
Por fortuna, la humanidad no se deja y busca en su gran creatividad soluciones ante esta realidad. Leí en redes sociales dos ejemplos de muchos existentes que me encantaron: Personas mayores de 55 años, despedidos de sus empleos, que empezaron sus propias empresas, que llamaron a sus conocidos o excolaboradores para trabajar juntos y sacar adelante su proyecto. Gente sabia, con experiencia y ganas de seguir trabajando porque siguen contando con salud, con energía y entusiasmo de sacar adelante un proyecto común.
Deberíamos de aprender de las culturas orientales, me refiero especialmente a la japonesa, que reconoce, respeta y hasta venera a sus ancianos, personas de gran experiencia en la vida, fuente de sabiduría y a quienes las generaciones más jóvenes les deben los beneficios de los que gozan ahora.
Reflexionemos y si podemos frenemos esta cultura de desprecio a los mayores, recordando que hasta el diablo sabe más por viejo que por diablo.









