Escuchar
* En colaboración con Jaime Tbeili Palti
La figura de Adán Augusto López, coordinador de la bancada de Morena en el Senado y ex secretario de Gobernación, con un pasado igualmente marcado por su gubernatura en Tabasco, vuelve a encontrarse en el ojo del huracán. El detonante es su vínculo con las acusaciones que involucran a su ex secretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, alias “El Comandante H”, con el grupo criminal La Barredora, brazo del CJNG. Bermúdez cuenta con una orden de aprehensión desde febrero y una ficha roja de Interpol desde enero, tras huir del país.
Durante varios días, López optó por la estrategia del silencio: ni acudió a la Permanente ni ofreció una explicación pública, mientras internamente crecían las acusaciones de complicidad y encubrimiento. Algunos incluso compararon el caso con el de Genaro García Luna. La presión culminó con la propia presidenta Claudia Sheinbaum, quien declaró que “sería pertinente” que el senador ofreciera su versión ante la violencia política y mediática.
Fue apenas hoy, 18 de julio de 2025, cuando López reapareció públicamente señalando que está “a la orden” de cualquier autoridad. Destacó que su gestión logró reducir los homicidios dolosos en Tabasco y subrayó que hay investigaciones en curso dentro de su antiguo equipo, reiterando que cualquier persona involucrada deberá comparecer. Aun así, su postura no satisface a la oposición, que exige claridad sobre si López tenía conocimiento del entorno criminal de Bermúdez.
Morena, por su parte, ha cerrado filas. Legisladores y dirigentes han salido en defensa de López, y se ha iniciado el proceso de expulsión de Bermúdez del partido. Este respaldo muestra la fuerza política que aún conserva Adán Augusto como exmano derecha de López Obrador y su relevancia en la estructura interna de Morena. Sin embargo, esta defensa también refleja el cálculo político de un movimiento que, a pesar de sus promesas de transformación, continúa enfrentando casos sensibles con respuestas institucionales más reactivas que proactivas.
Desde una óptica crítica, este episodio refleja un patrón preocupante de falta de transparencia dentro de la autodenominada Cuarta Transformación. Altos funcionarios, rodeados de señales de alerta, evitan explicar de forma oportuna y apuestan por el respaldo de sus estructuras partidistas para contener la crisis. Pero el costo reputacional es real: una ciudadanía que exige rendición de cuentas no tolerará indefinidamente las ambigüedades.
El verdadero desafío para Adán Augusto será lo que ocurra en los próximos días. El gabinete de seguridad, a petición de Sheinbaum, presentará nuevos detalles, y el Senado volverá a sesionar. Si el senador desea salir fortalecido de esta tormenta, deberá ir más allá del discurso defensivo. Necesita anticiparse a las investigaciones y ofrecer una explicación convincente, sin rodeos ni evasivas.
Porque en política, el silencio nunca es inocente. Y en estos tiempos, la opacidad es el peor enemigo de cualquier aspiración de poder.