En México, la definición y la existencia de la clase media se han convertido en un tema de intenso debate, pues la percepción de muchos ciudadanos sobre su estatus socioeconómico difiere drásticamente de las cifras oficiales. Mientras un sector significativo de la población se considera parte de la clase media, los umbrales de ingreso y los indicadores de vulnerabilidad económica sugieren una realidad más precaria para muchos.
Según análisis recientes, para ser considerado de clase media en México, los ingresos de un hogar deberían ubicarse en un rango específico que garantice cierta estabilidad y capacidad de consumo. Sin embargo, para una vasta porción de la población, aunque sus ingresos superen el umbral de la pobreza extrema, no alcanzan para cubrir un estilo de vida que se asocia tradicionalmente con la clase media, dejándolos en una zona de vulnerabilidad económica. Esto significa que un revés financiero, como una enfermedad grave o la pérdida de empleo, puede empujarlos rápidamente hacia la pobreza.
Esta discrepancia entre la autopercepción y la realidad económica plantea serias interrogantes sobre la estructura social del país y la efectividad de las políticas públicas. La erosión del poder adquisitivo debido a la inflación, la precarización del empleo y la falta de acceso a servicios de calidad exacerban esta situación. Comprender la verdadera dimensión de la clase media en México es crucial para diseñar estrategias que fortalezcan su capacidad económica y eviten que caigan en la pobreza.