En una declaración conjunta emitida el lunes 21 de julio, veinticinco países, entre ellos Reino Unido, Francia, Canadá, España e Italia, exigieron el fin inmediato de la guerra en Gaza, condenando el creciente sufrimiento de la población civil bajo el asedio de Israel. Los ministros de Relaciones Exteriores de estos países afirmaron que la situación ha alcanzado niveles inaceptables de violencia y desesperación.
Los firmantes criticaron duramente el modelo de distribución de ayuda humanitaria implementado por Israel y Estados Unidos a través de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), señalando que ha resultado en la muerte de más de 800 personas, incluidos niños, desde finales de mayo. De estas muertes, al menos 674 ocurrieron cerca de los centros de distribución de la GHF. Para los países firmantes, este sistema vulnera la dignidad humana y agrava la inestabilidad en la región.
Además de exigir un alto al fuego, los gobiernos pidieron la liberación de los rehenes en manos de Hamás, así como el fin de cualquier intento de alterar los límites territoriales o la composición demográfica en los territorios palestinos ocupados. También reiteraron su rechazo a la expansión de asentamientos israelíes.
Por su parte, la ONU, a través del portavoz de su secretario general, Stephane Dujarric, alertó sobre el inminente colapso de los servicios básicos en Gaza. “Los últimos salvavidas que mantienen viva a la gente están colapsando”, afirmó, al mismo tiempo que denunciaba el agravamiento de la desnutrición en la población. Mientras tanto, el ejército israelí continúa ampliando sus operaciones en Deir el Balah, lo que impide la entrega de ayuda humanitaria y genera más desplazamientos forzados.