La creciente amenaza de los aranceles globales está generando respuestas divergentes entre los bancos centrales, fragmentando sus estrategias en al menos tres grupos principales. Esta situación, sin una estrategia unificada, complica el panorama de la política monetaria mundial. Mientras países exportadores como México y algunas naciones del sudeste asiático enfrentan presiones para recortar tasas debido al impacto en su crecimiento, economías como la de Estados Unidos y Canadá podrían verse obligadas a mantenerse en espera ante riesgos inflacionarios derivados de los mismos aranceles. Un tercer grupo de bancos centrales, incluyendo los de la eurozona y Japón, mantendrán un enfoque más dependiente de los datos locales.
En este complejo escenario, la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos se encuentra bajo una intensa presión política por parte del gobierno de Donald Trump para que baje los tipos de interés. Sin embargo, el gobernador Jerome Powell ha mantenido una postura firme, priorizando el control de la inflación. La independencia de los bancos centrales es crucial para la estabilidad de precios y la credibilidad de sus decisiones, un principio que la evidencia empírica asocia con un mejor control de la inflación.
A pesar de que el índice de independencia de los bancos centrales (CBIE Index) muestra un aumento global en las últimas décadas, el progreso se ha estancado recientemente. La combinación de los aranceles y las presiones políticas está poniendo a prueba la autonomía de estas instituciones. Es vital que los bancos centrales mantengan su capacidad de tomar decisiones técnicas y a largo plazo, libres de intereses políticos, para asegurar la estabilidad económica en un entorno global cada vez más volátil.