Según un informe reciente de varias agencias de las Naciones Unidas, el hambre en el mundo registró una leve disminución durante 2024, afectando entre 638 y 720 millones de personas. Esta baja, equivalente al 0.3% respecto a 2023, se debe principalmente a mejoras en América Latina y el sudeste asiático. No obstante, la situación sigue empeorando en regiones como Asia occidental y, especialmente, en África, donde más del 20% de la población vive en condiciones de inseguridad alimentaria.
El reporte fue presentado durante la Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios (UNFSS), celebrada en Addis Abeba, Etiopía. Las cifras actuales distan del objetivo global de erradicar el hambre para 2030. Las proyecciones indican que, para finales de la década, al menos 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre, y el 60% de ellas estarán en África. Países como Nigeria, Sudán, República Democrática del Congo y Etiopía se encuentran entre los más afectados.
Particularmente preocupante es la situación en la Franja de Gaza, donde la totalidad de la población enfrenta inseguridad alimentaria extrema. Álvaro Lario, presidente del FIDA, alertó sobre la gravedad de la crisis: “vemos gente morir de hambre” y exigió el acceso urgente de ayuda humanitaria tras meses sin posibilidad de ingreso.
A pesar de las adversidades, las agencias de la ONU destacaron que, gracias a las lecciones aprendidas de crisis anteriores, como la inflación de 2007-2008, la respuesta global ha sido más organizada. Sin embargo, más de 2,300 millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria moderada o severa en 2024, una cifra aún elevada comparada con los niveles previos a la pandemia y la guerra en Ucrania, factores que incrementaron los precios de los alimentos en los últimos años.