Novak Djokovic dio un paso determinante en su vida al trasladar su residencia y la de su familia a Glyfada, un exclusivo suburbio costero del sur de Atenas, donde ya matriculó a sus hijos en una escuela privada y fue visto entrenando con ellos en el club de tenis de Kavouri. El cambio de rumbo surge en respuesta a la presión política en Serbia, donde medios cercanos al presidente Aleksandar Vučić lo calificaron de «traidor» por su apoyo a las protestas estudiantiles contra el gobierno.
En su nuevo entorno ateniense, Djokovic busca construir una vida más tranquila y enfocada. Ha mostrado interés en fundar una academia de tenis en la zona, y considera también entrenarse en el prestigiado club de Tatoi, ubicado junto a residencias históricas de la antigua realeza griega. Además, planea gestionar su estatus migratorio mediante un “visado dorado”, un permiso de residencia otorgado a inversores que aporten capital significativo al país.
Pese a la reubicación, la carrera de Djokovic continúa. Confirmó su participación en un ATP 250 en el pabellón OAKA de Atenas, del 2 al 8 de noviembre, además de prepararse para la exhibición Six Kings Slam, prevista a partir del 15 de octubre, donde competirá contra figuras del calibre de Sinner, Alcaraz, Zverev y Draper.
Esta mudanza marca un nuevo capítulo para Djokovic, a quien se le atribuye una gran determinación dentro y fuera de la cancha. Atenas, ciudad con historia y energía nuevas, parece el refugio ideal para un deportista cuya vida ha estado expuesta a la política y la controversia en su país de origen.