Me mudé de casa. Esta circunstancia desata una diversidad de opiniones y respuestas: unos con total desconcierto por haber tomado esa decisión y otros totalmente a favor y apoyándola abiertamente. Lo cierto es que mudarse de casa tiene una gran variedad de implicaciones, trabajo y liberación al mismo tiempo.
Primero es evaluar las causas por las cuales vas a mudarte las cuales van desde que el espacio es mucho, el pago excesivo por los servicios e impuestos o necesitar un cambio de aires. Ya habiendo tomado la decisión entonces empiezas a evaluar qué pertenencias te acompañarán a tu nuevo lugar y cuales ya no formarán parte de tu futuro.
Este triaje que se hace de objetos y sobretodo papeles, recuerditos, cartas es una labor titánica, sobretodo si ya tienes una cierta edad, te gusta guardar cosas y lo realizas no solo con lo tuyo sino con lo de otras personas también. En mi caso regresé muebles, objetos y papeles a personas que ya no forman parte de mi vida y traté de depurar, a larga distancia, cosas de personas que por el momento no viven conmigo pero que en un futuro cercano lo harán. Fue agotador.
Después viene el aterrador dia de la mudanza donde sabes a qué hora empiezas pero no cuando acabas y donde las sorpresas y los imprevistos están al orden del día como muebles que no entran por la arquitectura del lugar o muebles lastimados o rotos por mal manejo por parte de la compañía de mudanzas.
Y al día siguiente, sin gota de energía, empezar a desempacar para que ese lugar nuevo lo conviertas en tu hogar.
Uno acaba de verdad consumido no sólo físicamente, sino energéticamente y hasta espiritualmente. El mudarse es un proceso como el de la víbora que cambia de piel, es volver a nacer en un nuevo lugar trayendo lo que necesitas ahora. El soltar lo anterior es difícil, a veces triste, a veces doloroso, pero en mi caso ante todo fue lleno de gratitud.
Porque soltar significa a veces romper cadenas que te atan a ideas pasadas, preconcebidas que ya no van con uno. Porque triturar papeles es romper esa cuerda hacia ciertos momentos y recuerdos de tu vida. Porque deshacerte de libros, cuadernos, ropa, muebles es reconocer que has evolucionado y que ya no tienen cabida en tu nuevo y actual momento vital.
Porque al darme cuenta de la abundancia de cosas que hoy no pueden ni quiero que permanezcan conmigo me acuerdo del título de un libro muy bonito de Anthony de Mello (sacerdote jesuita) cuyo título es: Ligero de equipaje.
Y eso es lo que retumbó muchas veces en mi cabeza y en mi corazón: “ligero de equipaje”. Ligero en lo físico, tener lo necesario, lo que te dé una vida confortable y a tu gusto, pero cuando hay demasiado se puede volver una carga. Ligero en lo emocional, romper con todo lo que te ata y no te permite evolucionar, dejar atrás malos recuerdos, rencores, enojos, decepciones y todo aquello que impide tu vuelo. Ligero en lo espiritual para confiar en la bondad y el amor infinito de Dios, el Universo o como lo llames sabiendo que te sostiene en todo momento; buscando tu crecimiento hacia la luz, el amor y la verdad.
Mudarse es un verdadero ejercicio de desapego en donde lo importante es quedarte con lo que resuena y va contigo en esta nueva etapa de tu vida. Seamos ligeros de equipaje, nos facilita el trayecto.