El grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados dio a conocer un acuerdo interno mediante el cual se aplicará un descuento salarial a quienes integran su bancada y no asistan a las sesiones del pleno o de comisiones de forma presencial.
La política surge como una respuesta a críticas por inasistencias y al uso extendido de la modalidad semipresencial en la sede de San Lázaro. En el acuerdo se comunica a los legisladores que “se debe privilegiar la modalidad presencial o de lo contrario habrá descuento a quienes no asistan” y que los recursos recortados serán destinados a la creación de un fondo interno.
Además, se subraya que los eventos en las instalaciones de la Cámara “deben ser 90 % presenciales y 10 % virtuales”, tras controversias como la organización de un baile con la Sonora Santanera durante una sesión del Pleno.
Desde un enfoque crítico, la medida plantea varias reflexiones:
- Transparencia y cumplimiento: Si bien buscar aumentar la presencia puede reforzar la responsabilidad legislativa, es necesario que los criterios de descuento sean claros y públicos para evitar arbitrariedades.
- Efectividad: El descuento es un incentivo administrativo, pero no aborda causas más profundas como la dispersión geográfica, funciones de representación fuera de capital o la calidad del trabajo legislativo.
- Simbolismo vs. sustancia: Se trata de un acto simbólico fuerte que puede mejorar la percepción de disciplina, pero su impacto real dependerá de si conlleva cambios en productividad, calidad de las leyes y relación con el electorado.
En síntesis, Morena ha puesto en marcha una estrategia interna para reforzar la presencialidad legislativa, lo que puede traducirse en mayor rendición de cuentas. Sin embargo, la clave estará en que esta política se implemente con rigor, sea justa y aporte resultados concretos para la función pública.






