El gobernador del Banco Central de Turquía (CBRT), Fatih Karahan, ha rebajado las expectativas de un rápido alivio inflacionario, señalando que el proceso de desinflación en el país será «lento y llevará tiempo». Esta declaración subraya el desafío económico que enfrenta Turquía, cuya tasa de inflación ha alcanzado niveles cercanos al 60% anual, impulsada por años de políticas monetarias no convencionales.
El CBRT se ha comprometido con una política monetaria estricta, manteniendo la tasa de interés de referencia en un nivel extremadamente alto (actualmente cerca del 50%) para combatir la espiral de precios. El Banco Central insiste en que las tasas de interés permanecerán elevadas durante el tiempo que sea necesario para anclar las expectativas inflacionarias y restaurar la confianza de los inversores en la lira turca.
Desde una perspectiva crítica, el éxito de la estrategia del CBRT depende no solo de la duración de la política monetaria estricta, sino de la voluntad política del presidente Recep Tayyip Erdogan para apoyar las medidas. El presidente, quien anteriormente era partidario de las bajas tasas de interés a pesar de la alta inflación, ha dado un margen de acción a la nueva administración económica.
Sin embargo, el alto costo del crédito está frenando severamente la actividad económica. Los préstamos bancarios se han encarecido, lo que dificulta la inversión empresarial y el consumo, con el riesgo de un aterrizaje forzoso de la economía. El Banco Central busca demostrar su independencia y credibilidad, elementos esenciales para atraer el capital extranjero necesario para reducir la dependencia de la financiación externa y estabilizar la divisa.
