Por Deborah Cohen
Escuchar
El 7 de octubre de 2023 Israel vivió uno de los peores días de la historia. Un sábado que resultaba normal para la mayoría de los israelíes se convirtió en una masacre. Ese día se celebraba simchat torah, una fiesta alegre en la que los niños y adultos festejan y ríen habitualmente. También, como cualquier otro sábado, los israelíes estaban respetando shabat, un día sagrado para el judaísmo. Toda esta paz y alegría se acabo en minutos, a las 6:30 a.m. las alarmas de misiles en el sur de Israel comenzaron a sonar; lo que parecía ser algo normal por el conflicto que se vive en el día a día, se convirtió en una completa pesadilla.
Nadie esperaba este conflicto, fue una sorpresa para todos. El kibutz Nir Oz vivió el infierno en la tierra, los terroristas comenzaron a entrar a las casas matando a muchos de los habitantes, decapitando bebés, matando a niños y a sus padres; tomando rehenes, entre ellos personas de la tercera edad, bebés y madres. Igualmente sucedió en el Nova Festival, un espacio para celebrar, reír, cantar y bailar; los jóvenes simplemente disfrutaban la música, cuando fueron atacados perdiendo, muchos de ellos, la vida. Lo que debía ser un momento de alegría y convivencia, se convirtió en un momento de escape, desesperación y sobrevivencia.
Horas después, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, informó que Israel está en guerra con Hamas. Hasta el día de hoy, las noticias no paran de mostrar tragedias; civiles muertos y heridos, destrucción y conflicto. Es importante aclarar que Israel está en guerra con un grupo terrorista, no con el pueblo palestino.
Después de tantos días, lo único que me cuestiono es ¿Dónde está el sentido de la humanidad?, ¿hemos aprendido de la historia?, ¿por qué el odio sigue creciendo?, ¿por qué seguimos siendo indiferentes ante la tragedia de tantas personas?
En Estados Unidos y Europa, los judíos están reviviendo el antisemitismo de la Segunda Guerra Mundial. En muchas universidades los estudiantes se enfrentan a un odio que jamás pensamos que volvería a pasar; en Turquía en una librería se prohibió el ingreso a los judíos; en las marchas se escuchan discursos de odio constantemente.
¿A qué nos lleva la indiferencia? Todos somos una población sin importar nuestra religión, lugar de nacimiento, sexo, edad o preferencia sexual. Todos debemos actuar con valores y ética. La indiferencia no nos ha mostrado ningún resultado positivo en la historia, todos podemos contribuir para vivir en un mundo de paz y de valores.
Quiero mencionar la importancia de una vida. Hemos escuchado tantas cifras de muertos y heridos, pero si nos ponemos a pensar, recordaremos que cada una de esas personas tenía sueños, familias y ambiciones que, simplemente, se esfumaron en segundos por el odio de alguien más. Cada vida cuenta y, en este momento, los rehenes que tiene Hamas están rezando por su vida, para que no se acabe. Tenemos que pedir que regresen a casa porque son personas inocentes, afectadas por un conflicto de odio. Este conflicto ha cobrado tantas vidas inocentes, tanto de palestinos como de israelíes, civiles que han pagado el precio de tanto odio.
Todos merecemos vivir en un mundo de paz y tranquilidad, donde el odio y las guerras dejen de afectar a personas inocentes. Cada uno de nosotros, a pesar de estar a kilómetros de distancia podemos contribuir para generar un mundo con valores y ética.