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En febrero del 2022, López Obrador generó una controversia a nivel internacional cuando planteó que sería sano para México hacer una pausa en sus relaciones político-económicas y distanciarse de España. Esto sucedió luego de que el gobierno de Pedro Sánchez ignoró su petición de disculpas públicas por los agravios cometidos contra los pueblos originarios durante la conquista y la colonia y por diferencias con algunas empresas españolas. España era entonces el principal inversionista europeo en México, con participación en unas 7,000 empresas en territorio mexicano que representaban más de 80,000 millones de dólares, mientras que la inversión directa mexicana en España superaba los 28,600 millones de dólares.
Apenas a finales de julio, el presidente declaró que Claudia Sheinbaum podría concluir esta pausa e iniciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales, aunque no aclaró cuáles han sido los resultados para México de esta postura. Sin embargo, luego de que el martes declarara una pausa en la relación con las embajadas de Estados Unidos y Canadá y con el Departamento de Estado estadounidense, la reacción de los mercados no se dejó esperar, lanzando al tipo de cambio por encima de los 20 pesos, desatando mayor especulación e incluso la reacción del Comité de Asuntos Exteriores del Senado en Washington. López Obrador dijo que “pausar significa que vamos a darnos nuestro tiempo” pero ¿tiempo para qué? Y sobre todo, ¿por cuánto tiempo?
En términos diplomáticos, pausar la relación con una embajada no tiene sentido. En términos prácticos, significa que el presidente dejará de recibir y tomar las llamadas de estos embajadores, o sea, les hará la ley del hielo. No obstante, el anuncio del martes representa el punto más álgido en la áspera relación que ha procurado el gobierno obradorista con el de Biden y sostiene el enorme distanciamiento con Canadá, a pesar de ser sus principales socios comerciales y fuentes de inversión.
López Obrador ha demostrado a lo largo de su gobierno que su marco de referencia en política internacional es el que existió en los 70s, cuando México era considerado el país líder en América Latina y Estados Unidos el enemigo común de la región. Este gobierno ha ignorado los cambios en el entorno internacional, donde ahora México es un punto de referencia en los organismos internacionales en los que participa y pieza clave de la economía de América del Norte, mientras que la enorme mayoría de los países siguen un régimen de mercado, habiendo abandonado la retórica marxista de hace cincuenta años.
Uno de los principales efectos para México de contar con un tratado comercial con Estados Unidos ha sido la integración de ambas economías. Hoy en día, México no es sólo el principal proveedor de la economía más grande del mundo, sino también su principal socio comercial, al considerar el porcentaje de comercio total, esto es, la suma de las exportaciones e importaciones entre ambos, en relación con la suma de exportaciones e importaciones totales que realiza cada país.
Actualmente, México representa el 15.9% del comercio total de Estados Unidos, por encima del 14.6% de Canadá y del 10.2% de China. A su vez, Estados Unidos representa el 63% del comercio total mexicano, por encima del 11% de China y del 3% de Canadá. Todo esto se traduce en un flujo bilateral de mercancías diario superior a los 2,300 millones de dólares, que se espera estará muy cerca de los 2,450 millones de dólares en diciembre.
De la misma manera, de acuerdo con el reporte más reciente de la Secretaría de Economía sobre inversión extranjera directa, Estados Unidos es el principal inversionista en este país (44%), mientras que Canadá representa el 8%. Y existen diversas estimaciones que el comercio bilateral es responsable de entre siete y diez millones de empleos en ambos lados de la frontera. Por su parte, inversionistas de Estados Unidos son los principales tenedores en el extranjero de las acciones de las principales empresas que cotizan en la bolsa mexicana, de CETES y de otros instrumentos financieros emitidos en México.
Considerando el lenguaje que usó el martes el presidente, involucrando a las embajadas y no a los gobiernos, podemos asumir que fue una decisión pensada. ¿Cuál es la alternativa de distanciarse de Estados Unidos? Sheinbaum tiene que ofrecer en estos días una salida viable de este embrollo y demostrar que es la persona que encabezará al país durante los próximos seis años. No hacerlo representaría un costo político abrumador.
