La tensión comercial entre Estados Unidos y Canadá ha alcanzado un nuevo nivel. El presidente Donald Trump anunció que los aranceles al acero y aluminio canadienses se elevarán al 50%, en represalia por la decisión del primer ministro de Ontario, Doug Ford, de imponer una tarifa del 25% a la electricidad exportada a Nueva York, Minnesota y Michigan.
La medida de Trump duplica el arancel original del 25%, que estaba previsto para entrar en vigor poco después de la medianoche. Además, el mandatario advirtió que el 2 de abril aumentará aún más los aranceles si Canadá no retira sus impuestos sobre productos lácteos y otros bienes estadounidenses. Este enfrentamiento se suma a una serie de disputas comerciales previas entre ambos países, incluyendo las barreras impuestas por Canadá a ciertos productos agrícolas de EE.UU.
Los mercados financieros reaccionaron negativamente a la noticia. Wall Street sufrió caídas significativas tras el anuncio, con el Dow Jones bajando un 1.29%, el S&P 500 perdiendo un 0.64% y el Nasdaq cayendo un 0.90%. La incertidumbre sobre el impacto de estas políticas en la economía ha generado preocupaciones sobre una posible desaceleración.
Por su parte, Doug Ford defendió su decisión, argumentando que Trump ha creado “caos” en la economía global y que sus políticas podrían llevar al cierre de plantas industriales y a la pérdida de empleos. Mientras tanto, Canadá ha implementado aranceles de represalia a productos como jugo de naranja, calzado y motocicletas estadounidenses. En respuesta, Trump amenazó con declarar una emergencia nacional en el sector eléctrico, lo que le permitiría tomar medidas extraordinarias contra las restricciones canadienses.
La creciente disputa comercial entre estos dos socios del T-MEC podría tener consecuencias duraderas para la relación económica entre ambos países, con posibles repercusiones en otros sectores estratégicos.