Han pasado cinco años desde que el mundo entró en una crisis sanitaria sin precedentes debido al COVID-19. Desde aquel diciembre de 2019, cuando se detectaron los primeros casos en Wuhan, China, hasta la declaración oficial de pandemia por la OMS en marzo de 2020, el virus transformó la vida global. Ahora, en 2025, la pandemia ya no domina las noticias, pero sigue dejando huella en la salud pública.
La vigilancia de la OMS y las nuevas variantes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) continúa monitoreando la evolución del SARS-CoV-2 y sus variantes. En su último informe del 13 de febrero de 2025, basado en pruebas realizadas a 59,000 personas en 108 países, se encontró que el 8.1% de los casos analizados dieron positivo.
Actualmente, hay ocho variantes activas en observación, entre ellas JN.1, clasificada como “variante de interés” debido a su rápida propagación y posible mayor gravedad. Sin embargo, la falta de reportes de muchos países dificulta un monitoreo preciso del impacto de estas nuevas cepas.
Cada vez menos países reportan casos
Uno de los mayores desafíos actuales es la disminución en la cantidad de reportes oficiales sobre la enfermedad. Entre diciembre de 2024 y enero de 2025, solo el 34% de los países reconocidos por la OMS notificaron casos positivos, y apenas el 10% informaron sobre fallecimientos.
El organismo advierte que muchos gobiernos han reducido la frecuencia de sus informes o han integrado los casos de COVID-19 en sus reportes generales de enfermedades respiratorias. Además, solo 37 países han proporcionado datos sobre hospitalizaciones y apenas 28 han informado sobre ingresos a unidades de cuidados intensivos.
Las secuelas del COVID-19, una preocupación persistente
Más allá de los contagios actuales, un problema que sigue preocupando a la OMS es el impacto de las secuelas del COVID-19, conocidas como condiciones post-COVID (PCC). Se estima que alrededor del 6% de las infecciones sintomáticas derivan en síntomas persistentes que pueden durar meses.
Curiosamente, aunque padecer una forma grave de COVID-19 aumenta el riesgo de desarrollar PCC, el 90% de los casos registrados provienen de personas que tuvieron síntomas leves. La falta de seguimiento médico en muchos países dificulta conocer la verdadera magnitud del problema.
El llamado de la OMS a no bajar la guardia
Ante esta situación, la OMS ha instado a los países a no desmantelar su infraestructura de monitoreo del COVID-19. La organización insiste en la importancia de mantener la vigilancia epidemiológica, el rastreo de variantes y la atención a grupos de alto riesgo mediante la vacunación.
A cinco años del inicio de la pandemia, el mundo ha aprendido a convivir con el virus, pero la falta de datos detallados y la persistencia de secuelas a largo plazo demuestran que el COVID-19 aún representa un desafío para la salud global.