Mientras que alrededor de 80 países celebran el Día Internacional del Trabajo el 1 de mayo, Estados Unidos se distingue por conmemorar a sus trabajadores en una fecha diferente: el primer lunes de septiembre, conocido como «Labor Day». Esta tradición tiene sus raíces en el siglo XIX, específicamente el 5 de septiembre de 1882, cuando los sindicatos estadounidenses propusieron un día festivo para reconocer la labor de los trabajadores.
La primera celebración consistió en un desfile en Nueva York organizado por la federación sindical «La noble y sagrada orden de los caballeros del trabajo», en el que participaron más de 10.000 obreros. Sin embargo, no fue hasta 1887 que el presidente Grover Cleveland decretó oficialmente el Día del Trabajo como feriado en septiembre, una decisión que fue ratificada por el Congreso en 1894.
Paradójicamente, el origen de la conmemoración del 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo se encuentra en Chicago, donde en mayo de 1886 los trabajadores se manifestaron exigiendo una jornada laboral de ocho horas. La represión de estas protestas, conocida como la «revuelta de Haymarket», y el posterior juicio contra líderes sindicales, llevó a que el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional instituyera el 1 de mayo como un día de homenaje a los «mártires de Chicago» en 1889.
La elección de septiembre en Estados Unidos buscó, según el historiador Eric Arnesen, coincidir con la reunión de los Caballeros del Trabajo y, además, evitar la glorificación de los eventos trágicos ocurridos en Chicago en mayo de 1886. Así, mientras el mundo celebra el 1 de mayo, Estados Unidos honra a sus trabajadores con desfiles y días de campo el primer lunes de septiembre.