La escalada de hostilidades en Oriente Medio ha provocado que el precio del crudo mexicano suba hasta rozar los setenta dólares por barril, un nivel no visto desde meses atrás que alarma a exportadores y autoridades energéticas nacionales. Analistas advierten sobre riesgos inflacionarios globales y significativos monetarios.
Los mercados petroleros registran volatilidad ante posibles interrupciones en el estrecho de Ormuz, ruta clave para el transporte de hidrocarburos. Operadores evalúan escenarios de faltantes de oferta y tensionan las primas de riesgo. En México, el peso se mueve con cautela ante la fortaleza del dólar.
El gobierno federal monitorea de cerca el comportamiento de los precios internacionales y valora medidas para proteger a consumidores e industrias. Se analizan posibles reducciones temporales de impuestos a combustibles y la activación de reservas estratégicas. El objetivo es mitigar cualquier impacto sobre la inflación interna.
Mientras tanto, la Comisión Nacional de Hidrocarburos revisa contratos con operadores privados para garantizar el suministro. Empresas como Pemex y sus socios internacionales estudian ampliar inversiones en infraestructura de almacenamiento y transporte. Todo ello con la meta de reforzar la seguridad energética ante escenarios de alta incertidumbre.