La reciente desinversión de 40 millones de dólares del Fondo de Pensiones de Noruega en bonos de Petróleos Mexicanos (Pemex) ha sido la chispa que relegó la calificación de la empresa a grado “basura”. Analistas advierten que otros grandes fondos podrían seguir su ejemplo ante las dudas sobre la capacidad de pago de la petrolera .
Entre las causas destacan el retraso en proyectos de exploración y el elevado costo de extracción, factores que han mermado los ingresos y aumentado el servicio de deuda. Adicionalmente, se cuestiona la eficiencia operativa, pues el número de empleados creció sin mejoras proporcionales en productividad.
El riesgo crediticio de Pemex también afecta la calificación soberana de México, pues los organismos calificadores consideran a la petrolera un “actor sistémico”. Una quiebra real —no solo técnica— de Pemex podría desencadenar un efecto dominó en los mercados internacionales.
En respuesta, el Gobierno federal ha manifestado su disposición a revisar esquemas de financiamiento y fortalecer la supervisión de la empresa, aunque sin detallar acciones específicas que garanticen su viabilidad a largo plazo.