La ola de calor que azota Europa desde inicios de julio ha puesto en alerta roja a ciudades como París, donde las temperaturas rozaron los 38 ºC, obligando al cierre del último piso de la Torre Eiffel y a que más de 1,900 escuelas enviaran a sus alumnos a casa. La situación también afectó a Países Bajos, donde las escuelas de Róterdam terminaron sus clases antes de lo previsto por las altas temperaturas.
En otras regiones del continente como Alemania, Austria, Suiza, Portugal, Croacia y Grecia también se activaron alertas por calor extremo. En Sevilla, el termómetro alcanzó los 41 ºC, mientras que Portugal rompió récord con 46.6 ºC en la localidad de Mora. Las autoridades europeas han advertido que estas condiciones son cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, al que la ONU calificó como responsable del “asesino silencioso” que representan las olas de calor.
Organismos como la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el observatorio Copernicus destacan que este fenómeno es inusual por su intensidad y su temprana aparición en la temporada estival. Según la climatóloga Samantha Burgess, esta situación recuerda a las olas de calor de 2003 y 2022, que provocaron decenas de miles de muertes prematuras, principalmente entre adultos mayores.
En respuesta, ciudades como Barcelona han activado protocolos de emergencia para asistir a personas sin hogar y enviar advertencias a poblaciones vulnerables. Trágicamente, en la provincia catalana de Tarragona, un niño de dos años falleció tras permanecer dentro de un automóvil bajo el sol, lo que ha abierto una investigación por presunta negligencia. Mientras tanto, Europa se prepara para una prolongada y peligrosa temporada de calor.