La economía global enfrenta un escenario cada vez más complejo, donde la carga de la deuda amenaza con socavar el desarrollo y la estabilidad financiera. Un informe de la UNCTAD de 2025 revela que, en gran parte del Sur Global, el pago de intereses de la deuda ha superado alarmantemente el gasto combinado en salud y educación. Esta situación está provocando una salida neta de recursos de los países en desarrollo, impidiendo que los nuevos desembolsos de ayuda cubran siquiera los pagos a los acreedores, erosionando así el gasto social fundamental.
Paralelamente, el Banco de Pagos Internacionales (BIS) advierte en su informe anual sobre una economía mundial y un sistema financiero cada vez más fragmentados, plagados de contradicciones y vulnerabilidades. Esta visión contrasta con panoramas más optimistas previos, destacando una desaceleración económica global a largo plazo. Las disrupciones comerciales, los aranceles y la elevada incertidumbre económica, junto con décadas de estancamiento en el crecimiento de la productividad y el envejecimiento demográfico, contribuyen a este sombrío panorama.
Además, la elevada deuda pública en economías clave y la creciente influencia de instituciones financieras no bancarias aumentan los riesgos sistémicos. Mientras el FMI y el BIS abogan por la «consolidación fiscal» y «reformas estructurales»—medidas que a menudo se traducen en recortes de servicios sociales y el aumento de la carga para los trabajadores—la reorientación del gasto hacia salud y educación es crucial para el desarrollo sostenible. La situación exige medidas coordinadas de alivio de la deuda para evitar una espiral de bajo crecimiento y deterioro del capital humano, en un contexto donde la crisis del capitalismo global parece agudizarse.