La relación entre Colombia y Estados Unidos atraviesa su momento más tenso en años. Este jueves, ambos gobiernos decidieron llamar a consultas a sus máximos representantes diplomáticos, tras un cruce de declaraciones y la aparición de audios que sugieren un presunto complot para derrocar al presidente colombiano Gustavo Petro. Washington fue el primero en reaccionar, convocando a John McNamara, su encargado de negocios en Bogotá, por lo que calificaron como “repudiables e infundadas declaraciones” del gobierno colombiano.
Aunque el Departamento de Estado no precisó a qué declaraciones se refería, todo apunta a los señalamientos recientes sobre una supuesta conspiración para desestabilizar el gobierno de Petro. El mandatario colombiano denunció en semanas pasadas un intento de golpe respaldado por sectores de la extrema derecha, tanto dentro como fuera del país. En un discurso reciente, mencionó indirectamente al senador estadounidense Marco Rubio, aunque luego minimizó su posible involucramiento.
En respuesta, Petro también llamó a consultas a su embajador en Washington, Daniel García-Peña. El caso tomó más fuerza tras la publicación del diario El País, que reveló audios que implican al ex canciller Álvaro Leyva en una supuesta trama golpista. Esta información provocó reacciones en cadena, incluyendo una carta firmada por 30 congresistas colombianos que solicita al Congreso de EE. UU. investigar a parlamentarios republicanos por presuntas acciones injerencistas.
Las tensiones escalaron aún más cuando el congresista estadounidense Carlos Giménez llamó “socialista narcoterrorista” a Petro en redes sociales, afirmando que “no puede seguir amenazando a Estados Unidos”. A la par, la canciller colombiana Laura Sarabia anunció su renuncia, aludiendo a diferencias con el presidente sobre un contrato estatal. Este cúmulo de tensiones y acusaciones marca un deterioro significativo en la alianza entre ambos países, que hasta hace poco era considerada estratégica en América Latina.