El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, enfrenta una de las mayores crisis de su mandato tras la contundente derrota de su coalición en las elecciones legislativas del domingo. A pesar de haber perdido la mayoría en la cámara alta del Parlamento, Ishiba ha declarado su intención de seguir al frente del gobierno, desafiando los llamados a su dimisión y el creciente descontento popular.
La coalición gobernante, compuesta por el Partido Liberal Democrático (PLD) y su aliado Komeito, necesitaba asegurar al menos 50 de los 125 escaños en disputa para mantener el control, pero solo consiguió 47, según reportes de la cadena NHK. Con este resultado, el bloque oficialista suma ahora 122 escaños de un total de 248, un retroceso significativo que refleja la pérdida de apoyo ciudadano.
Una parte del electorado expresó su descontento votando por alternativas como Sanseito, un partido de derecha con un discurso nacionalista que recuerda al de Donald Trump, y que obtuvo 14 escaños. Esta tendencia refleja el malestar social provocado por la inflación, especialmente tras el alza del precio del arroz, que ha impactado el gasto de los hogares japoneses desde la guerra en Ucrania en 2022.
Aunque Ishiba aseguró a medios locales que no renunciará, analistas advierten que podría enfrentar presiones internas para dejar el cargo, en medio de la incertidumbre sobre quién podría sucederlo. El secretario general del PLD, Hiroshi Moriyama, enfatizó que se debe evitar un vacío de poder, mientras Japón atraviesa una etapa económica compleja y políticamente inestable.