El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 6 de agosto de 2025 un arancel del aproximadamente 100 % sobre la importación de chips y semiconductores, medida que busca incentivar la producción nacional en el marco de una estrategia industrial proteccionista. El gravamen aplicará sobre todo aquel suministro proveniente de países que no cuenten con instalaciones operativas o planes concretados para producir en EE. UU.; en contraste, empresas que ya han iniciado o asegurado su fabricación interna quedarán exentas.
La decisión se alinea con esfuerzos previos del gobierno, como el programa de subsidios al sector chip valorado en 52.7 mil millones de dólares, y reflejan una política más rígida ante la dependencia externa en tecnologías críticas. Sin embargo, el anuncio genera incertidumbre para fabricantes internacionales y sectores industriales globales, ya que aún no se han aclarado los criterios de implementación ni las compañías que se considerarán cumplidoras.
- En principio, la medida fomenta la relocalización de fábricas de semiconductores a EE. UU., pero podría generar interrupciones en la cadena de suministro global y alzas en costos para consumidores, industrias automotriz, electrónica y salud. Sectores vinculados ya reflejan reacciones negativas en sus acciones bursátiles
- La ambigüedad sobre los plazos y mecanismos retroactivos de cobro en caso de incumplimiento plantea una aplicación discrecional que complica la planificación de compañías extranjeras.
- En el contexto de un acuerdo comercial reciente con la Unión Europea que fija tarifas máximas de 15 % para semiconductores europeos, la imposición del 100 % representa un contraste significativo que podría generar tensiones diplomáticas o represalias .
En síntesis, aunque la medida de Trump pretende consolidar la seguridad económica y enviar un mensaje rígido hacia la dependencia tecnológica internacional, sus efectos concretos dependerán de su implementación rigurosa, claridad legal y respuesta de mercados y socios comerciales.