Especialistas en salud y economía coincidieron en que el impuesto a las bebidas azucaradas, aunque positivo, es insuficiente para reducir significativamente su consumo y enfrentar la crisis de obesidad y diabetes que atraviesa México.
El gravamen, vigente desde 2014 y ajustado en el Paquete Económico 2026, ha demostrado reducir parcialmente la compra de refrescos, pero de acuerdo con la doctora Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del INSP, se requiere una estrategia integral. Esto implicaría combinar impuestos con campañas de educación alimentaria, regulación de la publicidad dirigida a menores y mayor acceso a agua potable en espacios públicos.
Según los expertos, la sola política fiscal no ha logrado revertir la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles. México continúa siendo uno de los principales consumidores de refrescos en el mundo, con altos costos para el sistema de salud pública. Además, la industria ha respondido con estrategias de mercadotecnia que mantienen el atractivo del producto, sobre todo entre la población infantil y juvenil.