La inflación general en México se moderó en octubre al situarse en 3.57 % anual, cifra inferior al 3.76 % registrado en septiembre. Este descenso aparente puede interpretarse como una buena noticia, pero al profundizar en los componentes se vislumbran riesgos para los comerciantes del país.
El problema central es que la inflación subyacente —que excluye alimentos y energéticos volátiles— se ubicó en 4.28 % anual en octubre, y acumula seis meses consecutivos por encima del intervalo objetivo del Banco de México (3 % ± 1 pp). Este indicador refleja que los precios de servicios y mercancías siguen elevándose de forma estructural: las mercancías subieron 4.12 % y los servicios 4.44 %.
Para un comerciante mexicano, esta situación genera un escenario complejo. Si bien la moderación en productos alimenticios y tarifas reguladas alivia algo la presión, por ejemplo, frutas y verduras presentaron caídas de precios, los costos para mantener el negocio (servicios, arrendamientos, mano de obra) continúan al alza. El margen se estrecha cuando los comerciantes no trasladan por completo estos incrementos al cliente final por temor a perder competitividad.
Además, la desaceleración del consumo y el crecimiento económico débil limitan el poder de ajuste. Según economistas, aunque la inflación general está “controlada” dentro del rango, la subyacente elevada limita los recortes adicionales en la tasa de interés y reduce la capacidad de impulso económico.
En resumen, aunque una inflación del 3.57 % parece moderada, los comerciantes deben prepararse para un entorno donde los costos subyacentes se mantienen firmes. La clave estará en optimizar costos internos, revisar márgenes y anticipar que los precios podrían seguir presionados en el mediano plazo.







