Por Arturo Damm Arnal
Hoy toca escribir, no de economía, sino de otras cosas, en concreto de un par de desafortunados, por llamarlos de alguna manera, tuits de John Ackerman e Irma Eréndira Sandoval.
Esto tuiteó Ackerman, uno de los principales apologistas de la 4T, a raíz del atentado contra Omar García Harfuch, utilizando como pretexto uno de los videos del mismo: “Este video muestra que el ataque contra @OHarfuch fue una acción coordinada del crimen organizado en contra del gobierno de @Claudiashein y la #4T. Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático. Buscan desestabilizar a toda costa”. Así lo tuiteó Ackerman, miembro del Instituto de Ciencias Jurídicas de la UNAM.
Días antes, el 19 de junio, la esposa de Ackerman, Irma Eréndira Sandoval, una de las principales funcionarias de la 4T, titular de la Secretaría de la Función Pública, tuiteó, con relación al reportaje de Loret de Mola, concerniente a las propiedades inmobiliarias de la pareja, esto: “No permitiré que los sicarios mediáticos manchen mi nombre ni el de mi familia. Esta lucha va en serio y hasta el final”. Así lo tuiteó Sandoval, hoy investigadora con licencia de la UNAM.
Es una enorme irresponsabilidad, por decir lo menos, calificar a la prensa crítica de la 4T, a la que se refieren Ackerman y Sandoval, como sicaria, como asesina asalariada, y lo es por una obviedad: un cosa es criticar y otra asesinar. Ackerman y Sandoval difaman a la prensa crítica.
Tres son los poderes del gobierno: obligar, prohibir y castigar, poderes que se ejercen sobre la libertad individual y la propiedad privada, mismos que, en manos poco escrupulosas, como tienden a ser la de los políticos, terminan ejerciéndose de mala manera, violando derechos de los ciudadanos. Una de las condiciones necesarias para evitar los excesos en el ejercicio de los poderes gubernamentales es la prensa libre, comprometida solo con la verdad de los hechos y con los principios éticos del periodista, prensa libre que, sobre todo frente al gobierno, es prensa crítica.
Los contrapesos al interior del gobierno, por ejemplo: la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) o su atomización (Federal, estatal y municipal), no son suficientes para garantizar el correcto ejercicio de los poderes gubernamentales, haciendo falta contrapesos externos, entre los cuales destaca la prensa crítica, prensa libre, que incomoda al poder gubernamental, razón por la cual quiere comprarla (que hable a su favor) o acallarla (que no hable) y, de no lograrlo, difamarla, calificándola de sicaria, de asesina a sueldo.
Ni siquiera como analogía es correcto calificar a la prensa crítica como sicaria, y no porque no trabaje a sueldo, sino porque su trabajo no es asesinar sino vigilar, cuestionar y criticar al poder gubernamental, que puede ejercerse de mala manera, como sucede una y otra vez, sobre todo con gobiernos como el de la 4T.
