Por Arturo Damm Arnal
La 4T ha estado a favor de finanzas gubernamentales sanas, lo cual quiere decir, para empezar, tener un superávit primario, que es la diferencia entre los ingresos totales menos los gastos totales, sin contar el pago de intereses de la deuda. La intención es contar con el dinero necesario para pagar los intereses sin tener que pedir prestado, lo cual implicaría tapar un hoyo destapando otro, que se haría cada vez más grande.
La SHCP publicó el Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública al tercer trimestre de 2020, y estos son los principales resultados, para el periodo enero – septiembre, comparando lo observado con lo originalmente programado.
Los ingresos totales resultaron 5.7 por ciento menores que los programados. Los gastos totales resultaron 6.8 por ciento menores que los programados.
Se obtuvo un déficit presupuestario (contando el pago de intereses de la deuda) 17.7 por ciento menor que el programado, y un superávit primario (sin contar el pago de intereses) 78.2 por ciento mayor que el programado.
Los ingresos tributarios resultaron 5.7 por ciento menores que los programados y los no tributarios 189.2 por ciento mayores (sí: mayores) que los programados (y ya explicaré por qué?).
El gasto primario (sin contar el gasto financiero), que equivalió el 88.5 por ciento del gasto total, fue 7.2 por ciento mayor que el programado, y el gasto financiero (sin contar el gasto primario), que equivalió al 11.5 por ciento del total, fue 3.7 por ciento mayor.
La deuda total del sector público (gobierno federal más organismos y empresas del Estado) pasó del 45.5 por ciento del PIB en 2019 a 53.2 en 2020; del 29.7 al 31.8 la interna (denominada en pesos); del 15.8 al 21.4 la externa (denominada en dólares).
¿Por qué crecieron 189.2 por ciento los ingresos no tributarios, compuestos de aprovechamientos, derechos y productos? Cito del comunicado de la Secretaría de Hacienda: “En los aprovechamientos destaca la recuperación de activos financieros como política para evitar el endeudamiento adicional y desequilibrios macroeconómicos (…) Del FEIP (Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios) se recuperaron 119 mil 129 millones de pesos; de otros Fideicomisos (sic), 55 mil 252 millones de pesos…”, recuperación de activos financieros que fue la extinción de los fideicomisos, que no estaba originalmente programada para 2020. Esta es la razón por la cual los ingresos no tributarios crecieron 189.2 por ciento con relación a lo programado, ingresos que no son recurrentes.
Cierto, atendiendo a los grandes números, entre enero y septiembre las finanzas gubernamentales lograron un superávit primario 78.2 por ciento mayor al programado, muestra de responsabilidad fiscal. Pero, más importante que los grandes números, son los números pequeños, relacionados, por el lado de los ingresos, con las fuentes de los mismos, sobre todo si son recurrentes o no, y, por el lado de los gastos, con el destino de los mismos, sobre todo si contribuyen a que el gobierno haga mejor sus tareas esenciales, garantizar la seguridad de los ciudadanos e impartir justicia, y ha que se produzcan más bienes y servicios, se creen más empleos, se generen más ingresos. Más allá de los grandes números, ¿cómo andan las finanzas gubernamentales en materia de los números pequeños? Mal, desde el dinero destinado a pagar los programas sociales de AMLO, hasta el destinado a financiar la construcción de infraestructura que no será rentable.
El hecho es que, al nivel de los números pequeños, el gobierno gasta en lo que no debe, razón por la cual gasta de más, y muchas veces de mala manera.
