14 de junio de 2025 2:01 pm
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OPINIÓN

Claudio, Claudia y el dogma de la nueva Inquisición

A pesar de la incuria y retroceso que Morena ha representado para el país en términos de administración pública y democracia, de manera objetiva, se puede admitir que su uso de la comunicación política es moralmente horripilante, pero maquiavélicamente brillante...

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Rodrigo Saval Pasquel

Hace unos días, Claudio X. González sugirió “tomar nota” sobre aquellos que han apoyado a la Cuarta Transformación, insinuando responsabilizarlos por su negligencia en un futuro. Como respuesta, Claudia Sheinbaum comentó que hacer listas “es una posición fascista”. Inmediatamente, los lacayos del Gobierno Federal se sumaron a un ataque coordinado que buscaba respaldar a la “dauphine” del Presidente en un intento por clasificar a Claudio X. González como Nazi por haber sugerido lo anterior.

De esta situación surgen dos reflexiones. La primera me lleva a afirmar que los partidos y personajes que conforman la alianza y su discurso han demostrado ser reactivos en lugar de propositivos, y en consecuencia han fortalecido el discurso de quienes hoy ostentan el poder. Y la segunda, me confirma el amor por la manipulación, y la aversión que tienen los actuales gobernantes a la congruencia, ya que sin temor a ridiculizarse, reinciden de manera cíclica en una criminal actitud de doble moral.

A pesar de la incuria y retroceso que Morena ha representado para el país en términos de administración pública y democracia, de manera objetiva, se puede admitir que su uso de la comunicación política es moralmente horripilante, pero maquiavélicamente brillante. Han engañado a un país haciéndole creer que sólo existen dos opciones cuando somos una suma de naciones con una gran riqueza cultural y diversidad política, lo cual les ha permitido manipular el ánimo social a su favor.

Como observación, aunque no tenga el número exacto, me consta que el mismísimo jefe del Ejecutivo ha citado numerosas veces a Joseph Goebbels, infame ministro de propaganda del régimen Nazi y uno de los principales impulsores de la ideología fascista, que curiosamente tenía un estilo similar. El que sea mencionado en las mañaneras para bien o para mal me lleva a deducir que López es un conocedor de su trabajo y sus técnicas de manipulación, y que de una forma u otra las aplica.

Habiendo dicho lo anterior, resulta espeluznante comparar a México con la Alemania Nazi, ya que la propaganda gubernamental nos dirige a una situación similar en la que una mayoría es manipulada para creer que una minoría (en el caso de México llámese mafia del poder, conservadores, fifís, científicos, o el nombre que López decida darles según sus objetivos esa mañana), es la raíz de sus problemas.

Y en un grotesco sentido de ironía para la Jefa de Gobierno, las mañaneras se han visto plagadas de listas con nombres de aquellas personas que no se han sometido a los dogmas de la clase en el poder. Por mencionar algunas de ellas, se ha expuesto de nombre y apellido a periodistas, empresarios y empresarias, influencers, políticas y políticos, científicas y científicos, incluso a organizaciones de la sociedad civil e instituciones autónomas, entre otras.

Así como en la época de la inquisición, la conferencia de prensa que ofrece el inquilino de Palacio Nacional se ha vuelto el púlpito desde donde de manera injusta se acusa, se juzga y se sentencia a todo aquel que se atreva a poner en duda la calidad moral y técnica de las decisiones de su gobierno, y para complementar su cacería, desde la silla presidencial se ofrece a la opinión pública un bosquejo que describe cómo actúan y lucen los supuestos enemigos de la patria.

Ha sido doloroso observar como de manera involuntaria, lo único que han logrado los que dicen oponerse a él, es moldearse de tal forma que sus actitudes terminan encajando perfectamente en el cartel de “se busca” que a millones de mexicanos les han hecho creer que necesitan. Para ser justos, sería ilógico no rechazar la mayoría de las acciones y actitudes de la actual administración. Sin embargo, la confrontación directa no es el camino ideal, ya que lo que busca el discurso oficial es acentuar la división social. Por lo mismo, sugiero que desde la empatía y la propuesta, se busque una conciliación social.

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