15 de junio de 2025 8:38 am
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OPINIÓN

Si no me pega, no me quiere.

La Organización Mundial de la Salud, en su Informe Mundial sobre Violencia y Salud de 2014, define la violencia como el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona, o un grupo o comunidad que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones...

AUDIO COLUMNA (Audio por: Verónica Michelle Becerril Zamora)
Carla Roel de Hoffmann

“¿Le puedo hacer una pregunta? Mi ex tiene fotos íntimas de mí y ayer me dijo que si no regreso con él, las va a subir a sus redes sociales para que todos vean lo fácil que soy. ¿Hay algo qué pueda hacer para detenerlo?”

“Mi novio no quiere que hable con un amigo. Estaba en el baño y cuando salí me gritó que era una zorra y que no podía confiar en mí. Me insultó y me dijo cosas horribles. No sé como supo que hablé con mi amigo hace dos días. Gritando me dijo que se metió a mis chats y leyó que me iba a marcar. No sé que hacer.”

“Mi novia todo el día me marca y me escribe y se enoja si no le contesto inmediatamente. No le importa si estoy en clases o trabajando. Si tardo en contestarle me dice que seguro estaba con otra.”

“Es parte de la confianza, compartir todas las contraseñas. Lo hago con mis amigas, ¿por qué no hacerlo con mi novio? Sí, me borra algunos amigos de mis redes sociales, pero lo hace por mi bien. Él sabe como piensan los hombres y lo hace para protegerme y evitarme momentos incómodos.”

No, no es ficción. Como comenté hace unas semanas, esta es la realidad que viven muchos jóvenes.

Los valores y las normas culturales de la sociedad actual, en muchas ocasiones, presentan la violencia como una manera efectiva y normal de solución de conflictos. Las redes sociales, los videojuegos y las innovadoras tecnologías de comunicación, presentan la violencia como algo normal y culturalmente aceptable. El acceso a las bebidas alcohólicas y otros estimulantes, elimina los mecanismos de autocontrol y permite al adolescente o al adulto joven a conducirse violentamente. El uso y el abuso de la pornografía – de suyo violenta –, en ocasiones desde la infancia, influye en la normalización de la violencia en las relaciones de pareja.

La Organización Mundial de la Salud, en su Informe Mundial sobre Violencia y Salud de 2014, define la violencia como el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona, o un grupo o comunidad que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Esta Organización reconoce que la violencia es un problema de salud pública que ha de prevenirse y tratarse.

Este Informe establece que hay muchos factores que contribuyen a la conducta violenta en los jóvenes. Se citan la hiperactividad, la impulsividad, el control deficiente del comportamiento y los problemas de atención, en tanto a los factores personales. El comportamiento de los padres – en cuanto a la falta de vigilancia y de supervisión de los niños y por otro lado, la agresión de padres a hijos y, la disciplina rigurosa y la severidad del castigo físico – y el ambiente familiar son factores importantes. En cuanto a los amigos, la conducta violenta del grupo, coadyuva a la conducta violenta del joven. Factores económicos – pobreza –, sociales – marginación –, y políticos – protección policiaca –, también influyen en la violencia de este grupo social.

La violencia en la pareja se presenta en todos los países, independientemente del grupo social, económico, religioso y cultural al que se pertenece. Mundialmente, se reconoce el grave problema de este tipo de violencia en el matrimonio o entre parejas que viven juntas. El Informe presupone que la mujer es la que, generalmente, soporta las conductas violentas y, los hombres son quienes son violentos. Por esta razón, organizaciones mundiales para la protección de la mujer han dedicado horas de trabajo a prevenir estas conductas en el hogar.

Lo que reconoce la Organización de la Salud en el tema que nos ocupa es que 3 de cada 10 personas han sufrido algún tipo de violencia durante la relación de noviazgo.

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