El 7 de febrero de 2011 a las 21:50, Andrés Manuel López Obrador escribió un tweet que decía “Mi solidaridad con Carmen Aristegui. Es vergonzoso este nuevo ataque a la libertad de expresión. No cabe duda que la mafia del poder….”. El 29 de noviembre de 2021, una persona diferente, pero de mismo nombre y apariencia dijo que Proceso y Carmen Aristegui “nunca han hecho un periodismo a favor del pueblo” como respuesta a un reportaje en el que se acusa a sus hijos de beneficiar a su negocio chocolatero a través de programas sociales federales.
Suena increíble creer que el máximo referente de oposición en México durante décadas se volvió todo aquello que alguna vez prometió eliminar. Hoy López es un gobernante al que se le dio un cheque en blanco político que le permitía hacer cambios sustanciales de profundidad en nuestro país, y que en su lugar decidió canjearlo por un régimen que miente sin escrúpulos de manera diaria, que se inclina por el autoritarismo, que rechaza el diálogo, que atenta contra la democracia y que promueve la opacidad.
Lo más irónico del asunto es que nos ha dejado evidencia de sobra que muestra las contradicciones entre él y sus versiones más jóvenes –y menos mezquinas, si se me permite aclarar–, que nos revelan las verdaderas intenciones detrás de quien se creía ser uno de los más importantes luchadores sociales en la historia moderna de nuestro país. Alguien que prometía ser un transformador, pero que resultó ser un cínico.
Yo me pregunto ¿qué le diría ese político de izquierda que en un 26 de abril de 2010 escribió “Debe fortalecerse el poder civil con el establecimiento de la democracia. El militarismo no es solución” al Presidente que hoy gobierna México? A ese mismo personaje que durante su sexenio se ha encargado de crear una policía militarizada, y que además de designar más facultades en el resguardo de seguridad pública a militares, ha otorgado la mayor cantidad de poder y responsabilidades originalmente civiles a las Fuerzas Armadas.
Ese hombre que en un 25 de marzo de 2014 escribió “En enero la economía creció 0.8%, es decir, nada. EPN y Videgaray no saben cómo hacerlo. Perdón, pero con nosotros sería distinto y mejor”, pero que ha sido el responsable de una contracción económica de -.2% en 2019 y de -8.3% en 2020.
¿Cómo le respondería el actual inquilino de palacio que presume el aumento de ingresos por remesas como un logro económico a aquel opositor que un 3 de marzo de 2016 escribió “Está tan mal la economía que muchas regiones del país solo viven del dinero que envían los migrantes a sus familiares. Benditas remesas”?
Me gusta imaginar que el López Obrador del 14 de junio de 2017 se hubiera parado a gritar consignas en Washington DC con una pancarta que dijera “El Presidente calla ante Trump, nosotros decidimos enfrentar la xenofobia y defender a los migrantes” como su tweet de la misma fecha, en protesta al Jefe de Estado mexicano que en 2020 le dijo a Trump ante los ojos del mundo entero “estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su Presidente (Trump) se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto”
La realidad es que nunca lo sabremos, sin embargo, me gusta creer que le escribiría en redes sociales un mensaje que diría algo como “Es patético ver a AMLO en la TV tratando de justificar lo injustificable. Está atrapado en sus propias contradicciones. Mejor que renuncie”, así como le escribió a Enrique Peña Nieto un 18 de noviembre de 2014.
A pesar de que para todas sus incongruencias casi siempre habrá un tweet, lo que más entristece no es su actitud –que muchos veíamos venir–, sino el hecho de que a pesar de que existen pruebas, como país, la mayoría de las personas han decidido ignorarlas, y peor aún, aplaudirlas.