A mediados de marzo de 2020, les ordenamos a la mayoría de los niños del mundo a encerrarse en sus casas para evitar el contagio del Covid-19. Junto con ellos, padres, madres, parejas de éstos, hermanos, hermanastros, tíos, primos, abuelos y demás familiares se quedaron en sus casas, con ellos, para tratar de frenar la pandemia que se nos venía encima y que, ahora sabemos, no pudimos controlar.
Además de la situación sanitaria mundial, vivimos otra epidemia de consecuencias inimaginables: la violencia sexual infantil.
Early Institute, al través del proyecto ALUMBRA, presentó este año un análisis de indicadores de incidencia delictiva sobre la violencia sexual infantil en México. Según este reporte, el crecimiento de los delitos sexuales aumentó un 64% en los últimos cinco años.
En 2020 se denunciaron y registraron 54,314 delitos sexuales. Sabemos que la mayor parte de los delitos no se denuncian y no se sentencia al delincuente; esta realidad nos lleva a inferir que muchas de las víctimas de violencia sexual infantil siguen a la disposición de sus victimarios.
ALUMBRA realizó un monitoreo exhaustivo de los índices más relevantes de violencia – no solo sexual – contra niños, niñas y adolescentes. Los delitos sexuales que más se registraron son abuso sexual, violación simple, violación equiparada, rapto, hostigamiento sexual e incesto. Los otros delitos de los que son víctimas los menores son feminicidio, corrupción de menores, trata de personas, homicidio y lesiones.
Sabemos que los juzgados estuvieron cerrados durante muchos meses y que, el acceso a denunciar disminuyó durante la pandemia por razones varias: menos personal en las Fiscalías, menos posibilidad de transporte, el propio encierro, etc. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, en 2020, más del 95% de los delitos sexuales no se denunciaron.
Para la ONU, entre otros organismos internacionales, la violencia familiar es la sombra de la pandemia.
En estos datos, no se incluye la violencia que sufren los niños, niñas y adolescentes que no recibieron sus pensiones alimenticias o que fueron privados de las visitas con el progenitor no custodio y la familia extensa durante la pandemia, que evidentemente afectó, por un lado, el nivel de vida, y por el otro, su sano desarrollo afectivo. Como dijo la Secretaria General del Consejo de Europa, los niños estuvieron confinados, sus derechos no.
ALUMBRA ha hecho un esfuerzo titánico para diagnosticar, medir, detectar, prevenir y atender la violencia sexual infantil, pero todavía hay mucho que hacer.
Como dije al principio, ALUMBRA, iniciativa de Early Institute, es una Comunidad de conocimiento y práctica que tiene como objetivo prevenir la violencia sexual infantil. No solo se ha dado a la tarea de estudiar y reportar los datos duros del problema, sino que ha desarrollado herramientas para niños y niñas, cuidadores y docentes, así como recursos para que los menores no caigan en las redes de los ciberdelincuentes.
Te invito a visitar https://alumbramx.org y que, desde tu trinchera, ayudes a ayudar a prevenir la violencia sexual infantil.
P.D.- Agradezco al equipo de ALUMBRA y de Early Institute, en particular al Dr. Cándido Pérez y al Mtro. Abraham Madero por los datos compartidos conmigo.