Carla Roel de Hoffmann
Me encanta saber de mis amigos y de sus familias. Uno de los regalos que nos dan las benditas redes sociales ha sido ver crecer a sus hijos. Me encanta poder celebrar – a la distancia – con ellos sus éxitos y me duele cuando sé, que tienen un problema o un fracaso. Pero, no puedo negar que en muchas ocasiones, cuando veo las imágenes que comparten, no me queda más que preguntarme ¿cuántos años tiene ese menor?
Independientemente de que se estén violando los artículos 76 y 77 de la Ley General de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, en cuanto a la falta de protección al derecho a la intimidad personal, familiar y la de sus datos personales (si, pienso en jurídico, es una deformación profesional), muchas personas hipersexualizan a sus hijos menores de edad y están cometiendo una forma muy sutil de abuso sexual infantil.
Según el sitio de la SIPINNA, la hipersexualización, en general, exalta los atributos sexuales de una persona sobre otras cualidades. En el caso de los menores de edad, los adultos que los rodean, los invitan, los obligan o les festejan que se presenten como si fueran mayores de lo que son.
Si los niños creen que deben expresarse y vestirse como adultos, basándose en estereotipos sexuados para llamar la atención y sentirse aceptados en su entorno familiar y social, se alejarán de su propia personalidad, dejarán de encajar con sus amigos y se acelerará su paso de la niñez a la adolescencia y de la adolescencia a una adultez, en una falsa necesidad de explotar sus “atributos sexuales”.
Los adultos que promueven y que comparten estas conductas en los menores no se dan cuenta que ponen en riesgo la integridad física, psíquica y sexual de sus hijos, exponiéndolos a la extorsión o a que sus imágenes circulen en esos grupos que promueven la pornografía infantil.
La SIPINNA sugiere:
- Evitar incentivar el uso de maquillaje, ropa o accesorios que hagan que los menores parezcan mayores de lo que son, sobre todo aquello que los lleve a exhibir las partes de su cuerpo que pueden sexualizarse;
- Evitar compartir imágenes de los menores en ropa interior o en traje de baño;
- Evitar preguntarles si tienen novio o novia, sobre todo durante la niñez;
- Evitar basar su valor como persona en su aspecto físico: “tienes que verte siempre bonita”, “a ponerse guapo”, “eso te hace ver sexy”;
- Evitar fomentar expresiones o bailes con movimientos sexuales, nadie tiene por que “andar perreando”, y;
- Evitar besarlos en la boca o presionarles a que besen a otra persona, sin importar la relación de parentesco o de amistad que pueda existir.
Somos una sociedad hipersexualizada. A donde volteamos vemos imágenes con contenido sexual, ya sea implícito o explícito. La publicidad y los medios de comunicación nos presentan seres humanos de edad difusa, de características sexuales indistintas o a menores que parecen adultos en posiciones sexuales sugestivas. Como estamos acostumbrados a ver y a compartir estas imágenes nos cuesta trabajo entender que estamos siendo parte del abuso sexual de esos menores.
Antes de compartir la imagen de tu hijo o de cualquier otro niño, niña o adolescente, recuerda que una vez que subes a la red una imagen, pierdes el control sobre ella: no sabes quién la va a ver y qué uso va a hacer de la misma. Enséñale a los menores – y a los no tan menores – las implicaciones que puede tener compartir una imagen de esta naturaleza. Trata a los niños, niñas y adolescentes de acuerdo con la edad que tienen: ya crecerán y serán adultos la mayor parte de su vida. No seas cómplice de este tipo sutil de abuso sexual infantil.
Para mayor información, más sugerencias de prevención y la información necesaria para denunciar actos de violencia sexual infantil, te invito a visitar https://alumbramx.org
