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OPINIÓN

Libros de viaje: Salvaje

En un mundo donde existen Hércules, Ulises, Dante, Lemuel Gulliver, Capitán Nemo, Phileas Fogg, e Indiana Jones, que alguien ajeno al sexo masculino decida excluirse de la civilización para abstraerse en lo salvaje de la naturaleza parece aberrante y antinatural. Un hombre sería considerado como audaz, una mujer como un personaje falto de cordura que no respeta las normas sociales, o, como una víctima de un secuestro dispuesta a sobrevivir...

AUDIO COLUMNA
Cecilia González Michalak

Salvaje o Wild: From Lost to Found on the Pacific Crest Trail, su título original, es la memoria de una mujer que caminó 1,100 millas (alrededor de 1,770 km) en un viaje de autodescubrimiento que empezó en el desierto de Mojave y terminó en el Puente de los Dioses en Washington. La autora, Cheryl Strayed, decidió emprender este recorrido sin experiencia previa para exorcizar los fantasmas del pasado que la abrumaban: la muerte de su madre que tenía sólo 45 años por un cáncer letal; el abandono de su padrastro al enviudar; el distanciamiento de sus hermanos; su divorcio; una nueva relación que la llevó a consumir heroína.

Normalmente, una persona a los 26 años tiene ganas de comerse al mundo, pero para Strayed, esta edad fue la más oscura. Sintiéndose ahogada en un círculo vicioso, decidió dar un paso adelante. Y otro. Y uno más. Poco a poco empezó a conectarse con ella misma y con lo que le rodeaba, y como en la escuela peripatética de Aristóteles, donde se caminaba y conversaba, empezó a encontrar soluciones: soltó el dolor, y se reconcilió con la soledad.

Nueve días después de terminar su aventura, conoció a un hombre que se dedicaba a realizar documentales en un local de Tex-Mex en Portland. Se casaron y tuvieron dos hijos. Strayed empezó a escribir; comenzó con una novela semi-biográfica llamada Torch, algunos ensayos, y anónimamente una columna de consejos. En 2012, 17 años después de regresar a la civilización, publicó el libro del que estamos hablando en esta ocasión, y su vida enloqueció. La novela fue alabada por los críticos que la definían como «suelta, sexy y oscura»; Oprah la eligió para revivir su club de lectura; se tradujo a 32 idiomas; vendió alrededor de 1.75 millones de copias; Reese Witherspoon compró los derechos para convertirla en película…

¿Por qué impactó tanto a la sociedad este libro que narra su hazaña? La respuesta es que Cheryl Strayed es mujer. En un mundo donde existen Hércules, Ulises, Dante, Lemuel Gulliver, Capitán Nemo, Phileas Fogg, e Indiana Jones, que alguien ajeno al sexo masculino decida excluirse de la civilización para abstraerse en lo salvaje de la naturaleza parece aberrante y antinatural. Un hombre sería considerado como audaz, una mujer como un personaje falto de cordura que no respeta las normas sociales, o, como una víctima de un secuestro dispuesta a sobrevivir. Un hombre en el bosque es un científico, una mujer una bruja.

Strayed buscó la sinceridad de su viaje exterior en paralelo con el interior. Sí, hablo de sus traumas, pero no para justificar sus acciones. No buscó ahondar en temas de ecología, botánica, geología o historia natural para acreditar sus andanzas por el desierto con conocimientos adquiridos, –muchas veces durante el proceso de edición del material–. Simplemente quiso narrar su proceso de redención: se sabía perdida, y se encontró, y ésta es una historia que siempre llena al lector de esperanza porque cuenta como una mala vida puede mejorar en un trayecto replicable.

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