Tarde o temprano el juicio de la historia nos alcanza y nos pone en el lugar que debemos estar, aunque lo tratemos de evitar.
Macraf
El fin de semana, falleció el expresidente Luis Echeverría Álvarez, una figura por demás polémica que rebasó los 100 años de edad y que será recordado en la historia mexicana como genocida y uno de los peores presidentes, personalmente como muchas otras personas, condeno tajantemente la impunidad en que vivió desde que terminó su sexenio hasta el ocaso de su vida, debería bastar la muerte de una sola persona, para levantar la voz exigiendo justicia y en el caso del expresidente pesan las vidas de muchas personas que participaron en los movimientos estudiantiles de 1968 (2 de octubre – Tlatelolco) y de 1971 (10 de junio – El Halconazo), así como la desaparición de cientos más en lo que se conoció como la “guerra sucia”.
En términos económicos, las cosas no fueron nada bien durante esos años, para mantener las altas tasas de crecimiento cuyo promedio anual alcanzó un nivel del 5.96%, se recurrió a la impresión de dinero por el Banco de México que en esa época no gozaba de autonomía y al endeudamiento, la deuda externa pasó de aproximadamente 4,000 millones de dólares en 1970 a 30,000 millones de dólares en 1976, se abandonó el tipo de cambio fijo que existía desde 1954, de $ 12.50 por dólar, para llegar al final del sexenio a los $ 25.50 por dólar, y la inflación promedio fue de 12.83%.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que durante ese sexenio, se crearon instituciones que, al día de hoy, continúan beneficiando a la población, como por ejemplo: el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, (Infonavit), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), el Consejo Nacional de Población (Conapo), el Colegio de Bachilleres, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Fondo nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) o el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
Este recuento viene al caso precisamente porque se ha comparado mucho a la actual administración del hijo predilecto de Macuspana con la del finado Luis Echeverría y me parece que, de ninguna manera, pueden ser comparables entre sí. Para empezar, hoy en día no vivimos un nivel de autoritarismo como el que se vivía en aquella época y no porque no quiera el morador de palacio, sino porque ya no es tan sencillo como lo fue en aquella época, aunque a decir de él mismo, quiere personas que obedezcan sin cuestionar ninguna de las órdenes que se dan y tal vez por eso, ha buscado poner a las fuerzas armadas al frente de todo lo que desea hacer, a fin de cuentas, ellos jamás dirán que no a una orden directa de su comandante supremo.
Por el lado de los muertos del sexenio, podríamos calcular más de 1,000 personas fallecidas en los eventos de 1968 y 1971, más de 1,000 desaparecidos durante todo el sexenio, pero, en lo que va de la administración del tabasqueño ya hemos sobrepasado los 125,000 homicidios dolosos, es decir, 3,000 en promedio cada mes, se rebasó los 100,000 desaparecidos de los cuales, 31,000 se han registrado en los casi 4 años de la actual administración y por si fuera poco, somos uno de los países con el peor nivel de mortalidad de la crisis sanitaria por COVID-19 con más de 300,000 fallecimientos.
Y que decir de lo económico, si crecemos por debajo del 1.5% promedio cada año durante los siguientes 3 años, tendremos un promedio sexenal negativo y todo por ideas económicas caducas y retrógradas que desde palacio nacional se han impulsado, pero sobre todo, producto de la destrucción de instituciones que el gobierno de la 4T ha realizado.
Echeverría construyó instituciones que han ayudado a la población a lo largo de los años, pero fue un autoritario, genocida y reconocido como uno de los peores presidentes del país por sus acciones y resultados, lo cual me genera una duda: ¿cómo podría ser catalogado el hijo predilecto de Macuspana a la luz de sus acciones y resultados?