7 de septiembre de 2024 6:50 pm
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OPINIÓN

Se enfría el consumo privado

El consumo privado es el principal motor de la economía mexicana. En 2021, este representó el 49% de la demanda agregada, más de cinco veces el consumo del gobierno (9%), y también muy por encima de la formación bruta de capital fijo (13%); las exportaciones…

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Eduardo López Chávez

El principal motor de la economía mexicana es el consumo. Si bien, actualmente se encuentra por arriba de niveles pre-pandemia, gracias a la recuperación del empleo y a la reapertura económica. La última información disponible y la perspectiva para los fundamentales de este componente del gasto apuntan a una importante desaceleración al cierre de este año y para todo el 2023. Esto se da en medio de una posible recesión mundial esperada para el próximo año. Entonces, si el consumo interno y externo se debilitan, el crecimiento económico y el empleo perderán dinamismo.

El consumo privado es el principal motor de la economía mexicana. En 2021, este representó el 49% de la demanda agregada, más de cinco veces el consumo del gobierno (9%), y también muy por encima de la formación bruta de capital fijo (13%); las exportaciones representaron el 27%. Esto quiere decir que cerca de la mitad de lo que se produce en y se importa al país se destina para satisfacer al consumo privado.

Esta variable se ha recuperado importantemente de la crisis pandémica. Desde su punto más bajo -en el 2T de 2020- hasta el 2T de 2022, el consumo rebotó un 31%; respecto a lo visto en el 4T de 2019 -antes del efecto de la pandemia- el crecimiento es de 3% real. El resto de los componentes del gasto han mostrado una recuperación algo mixta: las exportaciones han crecido 10% contra niveles pre-pandemia, mientras que la formación bruta de capital fijo (i.e. inversión) va un 2% abajo.

La última información con la que contamos corresponde al reporte de las ventas minoristas para septiembre, que publicó el Inegi esta semana. En el noveno mes del año, este indicador se contrajo 0.2% real a tasa mensual, siendo esta la segunda variación negativa consecutiva (retrocedió 0.1% en agosto). En todo el tercer trimestre del año, el crecimiento de las ventas fue de apenas 0.1% con relación a lo visto entre marzo y junio. Es decir, prácticamente se estancaron.

Son varios los elementos que están detrás de la menor velocidad en el consumo privado, aunque el principal de ellos, me parece, es la inflación. La inflación interanual en septiembre ascendió a 8.70%, su mayor variación desde el 2000. El crecimiento en los precios ha sido mucho más marcado en los alimentos, tanto frescos como procesados, con variaciones de doble dígito. Dado que las personas tienen que destinar una mayor parte de su ingreso para satisfacer sus necesidades más básicas -de alimentación-, quedan con menos recursos disponibles para gastar en otros conceptos menos esenciales o, dicho de otra manera, más discrecionales. La inflación también ha detonado un incremento en las tasas de interés por parte del Banco de México, lo cual ha encarecido el costo de los créditos para el consumo.

En la lectura de las ventas minoristas de septiembre, los conceptos que más retrocedieron a tasa mensual fueron automóviles y camionetas, y muebles para el hogar y otros enseres domésticos. Justamente, este tipo de productos se consideran discrecionales, por lo que sería razonable esperar que su demanda sea menor, en momentos en los que los hogares enfrentan dificultades para adquirir alimentos y otros productos básicos. Además, las compras de autos, muebles y ciertos electrodomésticos usualmente se hacen a través de un financiamiento, lo que les hace más vulnerables al incremento en las tasas de interés.

Es probable que la variación anual de la inflación vaya moderándose, pero también es muy factible que este proceso sea dolorosamente lento. Incluso, se estima que el Banco de México, con el fin de contribuir a que la inflación efectivamente vaya cediendo, continúe subiendo las tasas de interés hasta inicios del próximo año. Entonces, sería de esperarse que el consumo privado siga mostrando un lento dinamismo en adelante. Por otro lado, el motor externo difícilmente va a salir al rescate de la economía mexicana, puesto que se anticipa que el resto del mundo entre en una recesión en 2023, también gracias a la elevada inflación y al alza en las tasas de interés. Así mismo, la expectativa de un menor crecimiento económico lastimará la confianza de los hogares y empresas y, por lo tanto, a la inversión. Es poco probable que el gasto del gobierno también sea un catalizador positivo para el crecimiento, a través de medidas contracícilicas, dado que se cuenta con menos espacio fiscal que hace tres años.

Finalmente, el debilitamiento en la demanda agregada resultará en un menor crecimiento económico, medido como la cantidad de bienes y servicios producidos en una economía y durante un periodo de tiempo determinados, puesto que no tiene caso producir algo que no se va a consumir y por lo que nadie estaría dispuesto a pagar.

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