MIchelle Bermúdez Betancourt
A tan pocos días de haber comenzado a correr el cuarto mes del 2023, comienzan, sin duda alguna, a sentirse cada vez más cerca los comicios del 2024. Por una parte, existe un amplio sector de la sociedad que cuenta los días para ver la salida de Morena de la silla presidencial, mientras que, por el contrario, otro gran sector, día con día, fortalece su convicción y ansia por tener en sus manos la decisión de seguirle dando vida a la llamada cuarta transformación.
Como no es sorpresa para quien me ha leído previamente, definitivamente no pretendo dedicar estas líneas a argumentar cuál de esos sectores pienso que está en lo correcto y cuál no. Si bien, pienso que, en los últimos años, hemos vivido en un país cuyos retos y adversidades han logrado permanecer presentes e inclusive, muchas veces, escabullidos y aumentados; igualmente creo que, en esta ocasión, antes de debatir quién tiene la razón, debemos de enfocarnos en un factor clave para la construcción de un país mucho más próspero que, con cotidianidad, tendemos a dejar fuera.
De manera muy particular, en las últimas dos semanas, como resultado de la gran presencia y voz que ha tenido el proceso electoral en el Estado de México, he recibido muchas preguntas con respecto a mi opinión relacionada con el futuro político del país y los posibles resultados de las próximas elecciones. Este hecho, me llevo a pensar en el tercer sector, aquel que realmente no tiene aún una postura determinada y cuya atención permanece poco tiempo en este tipo de asuntos. Quiero detener mi atención, precisamente, en este sector porque, lo cierto, es que es aquel al que todos hemos pertenecido y pertenecemos en algún momento.
No a todos tiene que apasionarnos la política y nuestra vida no tiene que girar el 100% en torno a ella. Vivimos en un país en el que residen más de 120 millones de personas, que cuenta con una diversidad cultural, social, geográfica, política y económica simplemente indescriptible; sería imposible conocer lo que pasa en nuestro país por completo, todo el tiempo. Son tantos los sucesos que presenciamos a diario que, inclusive, puede ser que en muchas ocasiones te sientas, como yo, abrumado o abrumada de escuchar las noticias. Es completamente válido permitirnos no ser expertos, lo que definitivamente no podemos permitir es el dejar de cuestionar, participar y siempre disponernos a saber un poco más.
Me he llevado la gran sorpresa de que en realidad, en medio de tan caótico escenario, nos estamos convirtiendo en una ciudadanía, poco a poco, con ganas de mejorar, una ciudadanía que busca estar informada y ser verdaderamente participativa. Estamos más que a tiempo para que nuestra constante atención y exigencias se vean reflejadas en la elección de candidatos y sean incluidas en el próximo proyecto de nación, para que así no tengamos que escuchar de nuevo, jamás, que hay que votar “por el menos malo”.
Sin duda alguna, nos espera un año lleno de movimiento, conflictos y sorpresas; sin embargo, hoy podemos decidir si ser simplemente observadores o, en cambio, actores de esa ola de cambios. A pesar de que nadie puede tener todas las respuestas, estoy segura de que una ciudadanía presente puede garantizar, en un gran porcentaje, un gobierno mucho más eficiente. No tenemos por qué esperar a que alguien más tome, por nosotros, las decisiones que hoy podemos asegurar.
Realmente no necesitamos dar pasos agigantados, son pequeñas acciones como informar a quienes nos rodean, investigar a los posibles candidatos, leer y escuchar opiniones distintas a las nuestras, lo que puede generar que este país pase de ser lo que es, a lo que siempre hemos soñado que puede ser.
