Apenas hace unos días la alianza conformada por PAN, PRI y PRD determinó su método para elegir al candidato presidencial que con toda probabilidad perderá contra Morena y sus aliados en 2024. Independientemente del resultado de la elección del próximo año, el método de la alianza difícilmente podría ser peor. Vamos a recorrer uno por uno los pasos del proceso para ver qué puede salir mal en cada momento.
La primera etapa es el registro de los aspirantes, que deberá de estar acompañado por 150 mil firmas para demostrar que tienen apoyos suficientes. Ojo, mientras las corcholatas de Morena ya están haciendo campaña en todo el país, comprometidos a apoyar a quien gane, el método de la oposición empieza por poner a los posibles candidatos a mendigar firmas incluso antes de tener apoyo del partido.
Quien consiga las firmas pasará a la segunda etapa: Un “gran foro” o debate, acompañado de recorridos por el país. No queda claro quien va a financiar estos recorridos. Nótese que no hay limite para el número de aspirantes que pueden llegar a esta etapa, por lo que, si 35 candidatos consiguen las firmas necesarias, podríamos tener un mega debate con 35 aspirantes y una alianza buscando fondos para financiar 35 precampañas. ¿No hubiera sido mejor limitarlo a los seis aspirantes con más firmas?
Seguramente alguien por ahí dirá que se decidió hacer así para ser democráticos y dar oportunidad a todos. Pues bien, resulta que el pase a la tercera etapa se consigue mediante un “estudio de opinión pública” que determinará a los tres precandidatos mejor posicionados. O sea, una encuesta. Hay pocas cosas tan poco transparentes como las encuestas de opinión. Desde la selección de la muestra hasta la presentación de resultados, todo el proceso es propenso a sesgos. En otras palabras, la oposición, que lleva cinco años criticando a Morena por falta de transparencia, elegirá a sus tres precandidatos mediante una encuesta.
Aquí es donde se pone feo en serio.
Quedan tres aspirantes a la candidatura. Puede que esos tres sean un panista, un priista y un perredista, en cuyo caso, la última etapa será una feroz competencia entre los tres partidos “aliados” que va a terminar con dos perdedores. Puede que esos tres vengan de dos partidos nada más, en cuyo caso uno quedaría claramente alienado y desalentado. O peor, puede que todos vengan del mismo partido, lo que lleva el riesgo de que la alianza se separe o pierda apoyo.
Véanlo así: un simpatizante del PRD podría decidir darle su voto a Morena si percibe que su partido no tiene ninguna representación en la alianza o si siente que la elección de candidatos no se llevo a cabo de manera adecuada.
Ya con los tres finalistas y después de cinco debates regionales, el candidato final se seleccionará mediante una encuesta y una consulta ciudadana (ambos instrumentos nada transparentes). Cada una con valor del 50%.
La oposición está jugando en las manos de Morena y sus aliados. Van a transitar un proceso que aparentemente los va a dividir aún más, cometiendo los mismos actos que tanto critican a su competencia y cuyo resultado solo puede ser la desmoralización y el alejamiento de varios votantes y aliados.
De cualquier manera, creo que quienes más posibilidad tienen de salir victoriosos de este proceso son Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Lilly Téllez, Marko Cortés, Alito Moreno, Silvano Aureoles y, tal vez, Claudia Ruíz Massieu en ese orden. Espero sea uno de los primeros tres, fuera de ellos, no creo que ninguno tenga posibilidad.
¿En cuanto al método de Morena y sus aspirantes? Eso lo vemos en el siguiente artículo.